¿Para qué
la comunicación?
Para entendernos, comprendernos y conocernos. Y para
fortalecer los lazos afectivos y saber qué le preocupa esencialmente a ella o a
él.
La familia está formada por personas y, como a todo ser
humano, también sus miembros están sujetos a poder tener días azules y días
grises, incluso algunos un poco negros.
Conviene dedicar un tiempo a conocer las emociones, a cómo controlarlas
y desarrollarlas. ¿Qué reacciones producen, qué influencia tienen en la vida
familiar, en la vida social y en el aprendizaje? Pueden producir placer o
disgusto, y por lo tanto, afectan a nuestras conductas y comportamientos. Las
plantas necesitan sol y agua. Los animales, sol, agua y alimentación. Las
personas, todo eso y afecto. El afecto también puede llegar por la
comunicación.
¿Qué es necesario? Saber escuchar. Saber dejar hablar
al otro/a.
Conductas que indican que no escuchamos:
- Cruzar los
brazos. Apartarse del cónyuge.
- No responder a
sus preguntas.
- Tensión muscular
o rigidez.
- Expresiones
verbales que indican que nos hemos cerrado al diálogo. O nos hemos colocado los
auriculares.
El buen diálogo. Respeta las opiniones del otro/a.
Utiliza educación y buenas maneras. Es delicado en el trato. Procura crear
ilusiones.
Actitudes a evitar. Sacar a relucir en cuanto llega él o
ella, aquello que molesta. Remachar lo
negativo que vemos en el cónyuge. Evitar las expresiones fuertes y descalificadoras.
El autoritarismo. Y mirar sólo mi interés. Y las expresiones del tipo de: Que
sea la última vez. Nada de lo que digo te parece bien. Tú siempre quieres tener
razón. Contigo es imposible hablar. La rutina en la conversación.
Evitar también: La monotonía y el aburrimiento. El
rencor. El rencor se rompe con el perdón. Guardar la lista de agravios. La ira.
Refugiarse en el ordenador, en el móvil, en la tv, en la tableta, en la revista
de corazón.
Facilitan la
comunicación: Aparcar
las discusiones innecesarias. Poner buena cara.
Compartir algo. Una afición o una tarea. Ser flexibles con relación a
los planes. La sencillez. La humildad. Rectificar. Perdonar y saber pedir perdón.
Y también: Aceptar las limitaciones propias y las del
cónyuge. Mejorar el sentido del humor. Reír. Ser sinceros. Transparentes. Sugerir
en vez de mandar. La vida conyugal es un trabajo
de artesanía, con el que hay que intentar sorprender, agradar y atraer.
Temas de conversación: Los esposos, con mucho sentido común,
serán capaces de participar en los problemas del mundo y de las ideas. Las
situaciones en las que viven en los tiempos a los que pertenecen, deben
ser temas de sus conversaciones.
Los efectos de una
buena comunicación: Tal
vez el más importante: el amor. Nos enamoramos porque hubo una época en la que
nos comunicábamos mucho. De vuestra comunicación nació el amor.
Como conclusión. Saber celebrar lo pequeño. No
machacarse uno al otro. Acomodarse a las carencias que él o ella tengan.
Compartir lo bueno que todos tenemos. Evitar los numeritos en público. Y saber
que ver las cosas de modo distinto no es desunión, es complementaridad.
Agradecer los detalles, no cargar las tintas con las limitaciones del otro. Ayudarle a
mejorar.
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