Jacques y Raïssa, un matrimonio dedicado al estudio, a la
filosofía y a la amistad.
Jacques es reconocido como el filósofo cristiano más
importante del siglo XX. Gran amigo de S. Pablo VI, el Papa le invitó a
participar en el Concilio Vaticano II. Pero a todo lo que escribía Jacques, Raïssa
leía y le indicaba posibles correcciones para mejorar la claridad del
pensamiento o para indicarle un desarrollo más completo del asunto tratado.
Maritain no hubiese alcanzado la altura intelectual a la que llegó sin la
cooperación, inspiración y aporte de su esposa: fue su musa, colega, amiga,
confidente. Con el filósofo francés aparece la idea de que el hombre es una
persona "de naturaleza espiritual, dotada de libre albedrío, y por lo
tanto autónoma en relación con el mundo".
Los dos fueron unos apasionados de la amistad. Por su casa,
siempre abierta, pasaban continuamente sus numerosos amigos. Aquel hogar era
como un centro donde se vivía en alegría y se irradiaba el pensamiento del
humanismo cristiano a los ambientes más diversos.
Jacques era francés, Raïssa rusa, nació en Moscú y era judía.
¿Cómo se conocieron? Eran muy jóvenes y un buen día se encontraron en La
Sorbona, universidad de París en la que los dos estudiaban. Se trataron, se
enamoraron y se casaron: Jacques con veintidós años, Raïssa con veintiuno.
Todo comenzó por un venturoso encuentro al que sucedió la
amistad y el afecto, el amor. Un caso más, en el que un encuentro es piedra
fundamental para unas vidas que crecen y se desarrollan por caminos de
plenitud. Porque el hombre es un ser preparado para una relación de encuentro.
Y en él se comunican conocimientos, experiencias, afectos y se forman personas.
Los dos eran ateos, pero uno de sus mejores amigos, escritor
también, influyó mucho en ellos y se produjo sus conversiones. Tal amigo fue el
elegido como padrino de sus bautizos.
Actualmente, el Vaticano estudia la posibilidad de iniciar un
proceso de beatificación para el matrimonio.