NO NECESITO CASARME
Escrito por Javier Vidal-Quadras Trías de Bes. Publicado: 19
Octubre 2018
¿Amar por necesidad? ¡Una contradicción en los términos! Yo,
desde luego, tampoco me hubiera casado así, por necesidad
Andaba yo todavía flotando a la estela de la celebración,
íntima e intensa, de mis primeros 34 años de matrimonio, cuando ayer me topé
con una interesante entrevista a Laura Pausini, cantante. La entrevista
destilaba sentido común y mostraba a una persona luchadora, empática y con
energía, a quien no se le ha subido el éxito a la cabeza.
Sin embargo, hubo una respuesta que me desconcertó y que solo
puedo entender por las malas experiencias previas de engaños que tuvo la
entrevistada. La respuesta inesperada siguió a la pregunta ¿qué tal con su
actual pareja?: “Encantada de estos trece años y medio, día a día, y ahora con
Paola… y no necesitamos casarnos. ¡Ella nos lo pide! Pero, por ahora, no”.
Y digo que me sorprendió por dos motivos. El primero, que no
me encaja mucho con el perfil que muestra la entrevistada de persona que no
teme los grandes retos. El segundo, porque nunca se me había ocurrido pensar en
el matrimonio como necesidad. Y esta visión, nueva para mí, me ha arrojado no
poca luz.
Si esta es la noción de matrimonio que se impone, entiendo
perfectamente que la gente no quiera casarse. ¿Amar por necesidad? ¡Una
contradicción en los términos! Yo, desde luego, tampoco me hubiera casado así,
por necesidad.
Sería como si un montañero dijera que llegar a la cima es una
necesidad. Sonaría extraño. Lo necesario es ir preparado, llevar agua, tener
buen estado de ánimo, querer llegar, pero alcanzar la cima no es una necesidad:
¡es un reto, una aventura, una osadía! Un escalador no “necesita” llegar a la
cima. Quiere hacerlo y lo intenta por todos los medios, preparándose lo mejor
que puede para lograrlo, aunque no tenga garantía de éxito.
Porque si el matrimonio se ve como una necesidad, acaba
siendo una cobertura, una seguridad, una garantía… y uno deja de luchar, de
entregarse.
No. El matrimonio no es una necesidad, como comer, respirar o
descansar. El matrimonio es… una cierta locura, de amor, pero locura al cabo.
Lanzarse al matrimonio por necesidad es garantía de fracaso. Hay que entrar en
él con osadía, con atrevimiento, con decisión. No caben cálculos ni columnas de
pros y contras ni falsas seguridades. Nada hay dado ni concedido antes de
casarse porque el matrimonio será exactamente lo que nosotros queramos y
hagamos que sea. Hace falta recorrerlo día a día, hora a hora, minuto a minuto
hacia la única meta que logrará nuestra felicidad: el amor para siempre. Se
requiere un cierto espíritu de aventura. El matrimonio no es para aburguesados,
que se reclinan en el sofá a la espera de las rentas de sus negocios. Exige no
tomarse muy en serio a uno mismo y centrarse en el otro.
El matrimonio es para espíritus magnánimos, almas grandes que
no se arredran ante las dificultades, que tienen visión lejana y son capaces de
sortear o afrontar los pequeños y grandes riscos que van encontrando en el
camino, aunque a veces tengan que dejar en ellos parte de sí mismos.
El matrimonio es un estilo de vida, el estilo del
conquistador que quema las naves al llegar porque no admite la vuelta atrás.
Comprendo que esta mentalidad de una entrega total no está muy de moda. Hoy en
día los aventureros suelen ir con patrocinadores, promotores, anunciantes, ropa
técnica y avituallamiento. Y habrá quizá un momento en el matrimonio en que
haya que ir a buscar todo eso porque la meta merece la pena y cualquier ayuda
puede ser decisiva.
Pero hay un momento inicial en que uno se encuentra consigo
mismo y ha de decidir si se casa o no se casa, si se lanza o no se lanza. Si
espera a necesitarlo, a asegurarlo todo, en lugar de casarse, acabará firmando
un contrato, como si el matrimonio residiera en un papel. Si ve la meta, a lo
lejos, exigente pero atractiva, sugerente y seductora, con picos y con valles,
con ríos, riscos y colinas, con flores y espinas en el camino y no deja de
verla ningún día porque ella (él) vale la pena ¡y vale la pena para siempre y
pase lo que pase!… Si su visión del amor se asemeja más a una contemplación que
a un análisis, a una admiración que a una sospecha, a una diaria novedad que a
una rutina… y está dispuesto a entregarse a la más incierta, loca y osada
aventura que hoy existe, entonces cásese. Si no, espere a sentir la necesidad.
Javier Vidal-Quadras Trías de Bes, en javiervidalquadras.com.