Cualquier ciudadano de las sociedades desarrolladas
occidentales vive bastante mejor que un príncipe del pasado. Poder darse una
ducha por las mañanas y tomar un café caliente es un auténtico lujo en la
historia de la humanidad, apto solo para unos pocos privilegiados que han
nacido en las sociedades avanzadas del siglo XXI. No digamos poder conducir un
coche o pasar las vacaciones en la playa. Durante siglos, hemos tratado de
hacer frente a las dificultades de la vida, hasta que la tecnología y la ciencia
han permitido no solo la satisfacción de las necesidades más básicas, sino la
creación de un mundo de entretenimiento. Ahora bien, resulta cada vez más
patente que la cultura del capital ha generado una estructura de satisfacción
de los deseos que, sin embargo, conduce a la completa insatisfacción de los
individuos.
Manuel Cruz Ortiz de
Landázuri