«Cristina, hija de Lavrans», la gran novela católica de
Sigrid Undset.
La escritora noruega Sigrid Undset (1884-1949), Premio Nobel
de Literatura en 1928, se convirtió al catolicismo al tiempo que escribía su
novela más célebre, Cristina, hija de Lavrans, una obra católica en todos sus
aspectos. Cuenta la historia Russell Shaw en Catholic World Report:
Si cree que una novela ambientada en la Noruega del siglo XIV
tiene que ser aburrida, piénselo de nuevo. Cristina, hija de Lavrans, de Sigrid
Undset, es un libro así y, lejos de ser aburrido, es seguramente una de las
obras de ficción más emocionantes de la historia, por no decir que es la mejor
novela católica.
Sin embargo, alguien
podría preguntar: ¿en qué sentido Cristina, hija de Lavrans es una novela
católica?
Describe vívidamente, una sociedad en la que todos los
personajes profesan la fe católica y dan por sentados los valores católicos.
(Que los vivan es otra cuestión, pero incluso los malos son
malos de forma claramente católica).
La conversión causó sensación en la Noruega de entonces,
totalmente luterana, pero Undset se aferró a su nueva fe, escribiendo biografía
de santos.
Sin embargo, es incuestionable que Cristina, hija de Lavrans
introdujo el nombre de su autora entre los grandes novelistas, un prestigio que
sigue manteniendo. Como sugiere el título, el libro es el relato de la vida de
una mujer. Pero no una mujer cualquiera. Cristina, una mujer de carácter
fuerte, apasionada, profundamente religiosa, a menudo rebelde, es uno de los
personajes más memorables de toda la ficción. Pero no menos llamativo es el
hombre en el que se fija y con el que acaba casándose, Erlend Nikulausson,
apuesto, testarudo y autocomplaciente, con el que inicia un tormentoso
matrimonio.
Junto a estos dos personajes hay docenas de otros muy bien
dibujados -santos, pecadores y todo lo demás- que entran y salen de una
narración compleja que muestra la naturaleza humana en sus altibajos en una
variedad de entornos sociales. Se trata de una historia de contrastes: la
fidelidad y la infidelidad, la abnegación y el egoísmo, la santidad que parece
de otro mundo y la entrega total a los placeres mundanos, la violencia extrema
y la conmovedora dulzura.