AMORIS LAETITIA.
Es la nueva
Exhortación apostólica del Papa Francisco.
En ella aborda desde la realidad, los desafíos y la alegría
del amor y de la familia. Reconoce la existencia de problemas como la inmadurez afectiva y sexual,
la mentalidad antinatalista o el debilitamiento de la fe y de las prácticas
religiosas; o bien, la falta de apoyo a la familia por parte de las
instituciones, la falta de una vivienda digna o las largas jornadas de trabajo.
Otro problema es el que el Papa llama la “cultura de lo provisorio”, expresión
con la que quiere manifestar “la velocidad con la que las personas pasan de una
relación afectiva a otra. Creen que el amor,
como en las redes sociales, se puede conectar o desconectar a gusto del
consumidor o incluso bloquear rápidamente. Son muchos los que suelen quedarse
en los estadios primarios de la vida emocional y sexual”. El amor que no crece,
comienza a correr riesgos.
Añade que el amor en el matrimonio se mantiene también con el diálogo, que
precisa además de dos condiciones. Una del tiempo y que se dedique al cónyuge,
un tiempo de calidad. La segunda es la materia. Es decir, que para que el
diálogo valga la pena, dice Francisco, hay que tener algo que decir, y eso
requiere una riqueza interior, que se alimenta en la lectura, la reflexión
personal, la oración y la apertura a la sociedad.
“El amor… es un don de Dios que embellece el encuentro de los
esposos”, dice el Papa. O sea, que el amor entre los esposos, también entre los
novios, tendría que ser un arco iris. El
esposo y el novio, sea arco iris para
la esposa o novia. Y al revés.
Después, pide el Papa que se facilite a los novios una muy
buena preparación al matrimonio y se les acompañe en los primeros años de la
vida matrimonial.
Con el capítulo nueve finaliza la Exhortación en el que
escribe: “los momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aún la sexualidad,
se experimentan como una participación en la vida plena de Jesús Resucitado”.
Así que viene a manifestar claramente, que toda la vida cristiana se fundamente
y apoye en la Resurrección del Señor, también la oración, los momentos de
crisis y por supuesto la participación de todos en la Eucaristía dominical.