Continuamente pensamos y hablamos del enorme deterioro que
apreciamos en nuestro ambiente, en nuestras cosas y en nuestras relaciones.
Pues bien, si queremos mejorar ese ambiente, ese objeto o esa relación,
acudamos a la belleza que tiene un poder transformador.
Sin la belleza nos contagiamos de banalidades, de
extorsiones, de aburrimiento, de nostalgia y de pesimismo. La propia carrera
consumista y materialista que nos acompaña es un serio ataque a la belleza.
Y por el contrario, con la belleza descubrimos cosas, las
creamos, disfrutamos de ellas y contagiamos a otros. Porque la belleza es un rostro, una figura,
un paisaje, unas convicciones, un sólido argumento, una sublime idea. Y con
ellas nos enamoramos. Y si por la belleza llegamos al amor, estamos salvados!
Entonces, la vida se ha convertido en una aventura maravillosa.
Decía una sabia persona que había que convertir la prosa de
la vida en endecasílabo.
¿Seremos capaces de decir qué es la belleza? No es fácil,
pero podemos intentarlo. Belleza es aquello que nos produce un placer
inmediato, puro y desinteresado. Es un placer que no se agota, que consume lo
presenciado, o lo tomado. Belleza puede
ser contemplar una puesta de sol, un cuadro de Velázquez, una sinfonía de
Mozart, un poema de Rubén Darío…
Es bello el objeto que posee unidad y variedad a la vez, y
justo con proporción. Las cosas bellas son proporcionadas: Un brazo mucho más
largo que el otro, en una persona, rompe la proporción y no produce belleza. La
proporción es unidad en la variedad. Otra importante característica de la
belleza es que es expresiva, tiene vida y sugiere sentimientos. Nos ponemos
ante la Pietá de Miguel Ángel y su
contemplación nos ofrece proporción, unidad y variedad y como consecuencia la
floración de sentimientos, que fácilmente pueden producir arrobamiento.
El suizo von Balthasar dice que “ante la belleza –no frente a la belleza, sino dentro de la belleza-
toda la persona se estremece. No, solo se descubre que la belleza es
conmovedora, sino que se experimenta esa conmoción, que nos posee”.
Un hermoso ejemplo para contemplar y deleitar:
Pregunta de la esposa a las criaturas. Respuestas de las criaturas.
¡Oh bosques y
espesuras, Mil gracias
derramando,
plantadas por la mano
del Amado, pasó por estos sotos
con presura,
Oh prado de verduras, y, yéndolos
mirando,
de flores esmaltado, con sola su
figura,
decid si por vosotros
ha pasado! vestidos los dejó
de su hermosura.
(S. Juan de la Cruz: Cántico espiritual).
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