Su problema fundamental, según Erikson (1963), es la búsqueda de la propia
identidad.
Contribuyen a la consecución de una autoestima personal:
- la maduración física. Las transformaciones somáticas y las
preocupaciones que ellas le acarrean.
- la evolución de su vida escolar sobre pautas de
rendimiento.
- mayor autonomía respecto a la comunidad familiar.
- fuerte dependencia de la pandilla.
- su carácter inestable en lo referente a las relaciones
sociales, vocación profesional, intereses, aspiraciones.
- el yo social cobra especial importancia.
- saber confiar en "el otro": el adolescente que no tiene un individuo en quien confiar,
puede llegar a ser un chico de extraña personalidad.
Estas característica suelen originar que el
adolescente de hoy, sea distinto al de ayer y al de mañana.
El adolescente que ha desarrollado un autoconcepto positivo,
se enfrenta con los problemas de la adolescencia con más seguridad y se acerca
bien preparado a una correcta madurez. El conocimiento de sus mejores
capacidades será su punto de apoyo fundamental, que él utilizará muy bien.
Ahora bien, junto a estas pautas de evolución del
autoconcepto según la edad y las etapas escolares, hay que tener en cuenta que
su estabilidad es una de sus propiedades más importantes. Efectivamente, la
mayor parte de los investigadores están de acuerdo en esta gran estabilidad y
que por lo tanto, los cambios que experimenta son pocos, ligeros, suaves y muy
duraderos. Sin embargo, una acción o información externa de importante relieve
puede producir modificaciones al conjunto de percepciones que antes se tenía,
dando lugar a un autoconcepto distinto al anterior, porque ha incorporado algo
de él. Pero en general, el autoconcepto es muy estable y poco variable, la
resistencia a cambios es muy fuerte.
Esta estabilidad es un signo positivo, es manifestación de
salud mental. Es más, si el autoconcepto sufriese frecuentes variaciones,
seríamos tan cambiantes como el
adolescente y con tan poca seguridad como él.
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