La amistad es el ingrediente más importante de un buen
matrimonio. La amistad ayuda a la adaptabilidad.
Amistad es compartir pensamientos, deseos, sueños, temores,
alegrías.
Para entendernos, comprendernos y conocernos.
Nos comunicamos para fortalecer los lazos afectivos y saber
qué le preocupa esencialmente a ella o a él.
Darse tiempo para dialogar. Tiempo de calidad. Escuchar con
paciencia y atención. Y tener materia de qué hablar.
La familia está formada por personas y, como a todo ser
humano, también sus miembros están sujetos a poder tener días azules y días
grises, incluso algunos un poco negros.
Conviene dedicar un tiempo a conocer las emociones, a cómo
controlarlas y desarrollarlas.
¿Qué reacciones producen, qué influencia tienen en la vida
familiar, en la vida social y en el aprendizaje? Pueden producir placer o
disgusto, y por lo tanto, afectan a nuestras conductas y comportamientos.
Las plantas necesitan sol y agua. Los animales, sol, agua y
alimentación. Las personas, todo eso y afecto. El afecto también puede llegar
por la comunicación. Saber
escuchar. Saber dejar hablar al otro/a.
SABER ESCUCHAR.
Conductas que indican que no escuchamos:
- Cruzar los
brazos. Apartarse del cónyuge.
- No responder a
sus preguntas.
- Tensión muscular
o rigidez.
- Expresiones
verbales que indican que nos hemos
cerrado al diálogo. O los auriculares.
DOBLE COMUNICACIÓN EN EL MATRIMONIO.
En el matrimonio y con el acto sexual, expresamos vida y
amor.
Hay pues una doble comunicación: verbal y
sexual.
Novios que actúan como esposos, dificultan la comprensión
tanto del matrimonio como del noviazgo. Son relaciones falsificadas.
EL BUEN DIÁLOGO.
Respeta las opiniones del otro/a.
Utiliza educación y buenas maneras.
Es delicado en el trato.
Procura crear ilusiones.
SEA TU CÓNYUGE EL NÚMERO UNO.
Conquístale/la cada día. Atiende a los detalles pequeños.
Desvívete por él/ella. Se cariñoso/a.
Dile con frecuencia cuanto le amas.
No se mantiene con cosas materiales, sino con la amistad y la
sintonía afectiva y espiritual de los cónyuges.
DIFICULTADES. La vida de las familias nunca ha estado libre
de dificultades, de sucesos desagradables, de incomprensiones. A veces de grandes angustias.
PRINCIPALES DESAFÍOS. Inmadurez afectiva; mentalidad
antinatalista; falta de vivienda; el paro, un ambiente excesivamente permisivo,
la ausencia de valores…
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