Continuemos con el matrimonio una comunión de amor. Lo es si
yo digo y tú me dices: Nada hay
comparable a ti. Tú, en mí vives porque todo lo dedico a ti. Yo estoy tan
arraigado en ti, como tú lo estás en mí. El amor de los esposos, es un reflejo
del amor divino. Y, ¿cómo tiene que ser ese amor?: Es paciente, servicial, no
tiene envidia, no hace alarde… goza con la verdad… todo lo disculpa, lo cree,
lo espera, lo soporta. (1. Cor. 13, 4-7). El matrimonio comunión de amor, es suprema grandeza, Excelsa belleza.
Verdadera dignidad. Templo que cobija a los amantes. Y lo más necesario es
aprender a saber querer. Y como
expresaba el cardenal Caffarra: “Los dos cónyuges tienen que dar por supuesto
siempre que han sido llamados a dar la vida, mientras que no surja algo en
contra, y no al revés”.
Consecuencia inmediata de lo hasta aquí apuntado, es que la
vida es plena si cada individuo encuentra el amor. Amar es salir de uno mismo
para el encuentro con otra persona. Y esto es un gran tesoro. Tesoro que hay que cuidar, que educar. La
esposa consigue por su amor, que su esposo encuentre la plenitud y viceversa.
Es así, porque la identidad del ser humano es amar y ser amado.
La vida es una vocación
de amor.
El esposo y la esposa
miran con admiración y agradecimiento al otro. Esa es una forma preciosa de
saber querer. Es la vida en una vocación de amor. De ahí se deduce que se
estará volcado/a en esa vocación. Pensará, sentirá y vivirá para ella. Con
frecuencia aparecerán retos en la vida ordinaria, que al mismo tiempo que
proporcionan complicaciones, también ofrecen ilusión y esperanza, contribuyendo
todo a sellar con más seguridad esa vocación de amor. La felicidad está pues, en
esta empresa, y en su realización se encuentra un gran gozo.
Por eso, todo aquello que pueda destruir, o menospreciar este
gran tesoro (banalización del amor, divorcio…), está destruyendo posiblemente
uno de los mayores sentidos que tiene la
vida de una persona.
En el fondo, todo se reduce a tener un corazón grande. Como
escribe Hildebrand en su libro El corazón:
“Tener el corazón capaz de amar, un corazón que puede conocer la
ansiedad y el sufrimiento, que puede afligirse y conmoverse, es la
característica más específica de la naturaleza humana. El corazón es la esfera
más tierna, más interior, más secreta de la persona. Cuánto más grande y
profunda sea la capacidad afectiva del hombre, mejor”.
El cuerpo humano es de varón y mujer para una relación de
donación. Es una relación de darse al otro: es una relación de amor. Cada
persona está hecha para dar y recibir amor. Ambos sexos están llamados por el
mismo Dios actuar y vivir conjuntamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario