Recientemente llega la noticia -la hemos leído o la hemos
escuchado-, en la que se dice que “cuatro años después de terminar sus
carreras, muchos universitarios españoles estaban aún sin trabajo, y se añadía,
que en parte la razón era su deficiente o insuficiente preparación”.
Conocemos el problema y sabemos cuál es su causa. Pongámonos
a tratar una solución. Creo que tenemos una Educación Primaria sólida. Pero no
ocurre lo mismo con la Secundaria y el Bachillerato.
Es verdad que los chicos y chicas de Secundaria se encuentran
con nuevos intereses, mayor deseo de independencia, nuevos estímulos muy
atractivos, encontrarse en las asignaturas con la aparición de conceptos
abstractos y carencia de cualidades para enfrentarse con el amplio bagaje que
Secundaria y Bachillerato.
Por lo tanto, hay ponerse a trabajar en pro de una Secundaria
y Bachillerato mejores: que les faciliten a los estudiantes esas cualidades de
las que carecen y probablemente que ni siquiera se han puesto a descubrirlas.
Me estoy refiriendo a la educación de la voluntad, a la formación del carácter,
al valor del esfuerzo personal. Cualidades que ya deberían haberse trabajado en
los años de Educación Infantil y Primaria.
Pero hay un dato que me deja perplejo: las noticias es que
año tras año, aprueban la Prueba de Acceso a la Universidad entre el noventa y
el noventa y siete por ciento de los alumnos que se presentan. ¿Cómo con tal
número de aprobados luego se puede afirmar que han finalizado las carreras
universitarias con una deficiente preparación? ¿No habría que ser algo más
exigentes en este examen que da la entrada a la Universidad y a las Escuelas
Politécnicas?
Pero volvamos a las cualidades imprescindibles para llegar a
ser un buen estudiante. No nos apartemos
de la búsqueda de la excelencia. En la educación y en la enseñanza, todo avance
en la excelencia es una dichosa ventura. Es un avance que irá acompañado del
amor por ser buena persona, por la formación del carácter y por unas asignaturas.
Oigamos a Canfield y Wells: “El camino más efectivo para estimular a una
persona a desarrollar todo su potencial es concentrarse en sus puntos fuertes.
Desgraciadamente, muchos niños y adolescentes no encuentran nada positivo y
valioso en sí mismos. En general, las personas tienen más conciencia de sus
limitaciones que de sus capacidades y recursos.” Y también a Alfred Sonnenfeld:
“El buen carácter perfecciona nuestra naturaleza humana. Es el que capacita al
sujeto para que actúe cada vez mejor en cuanto hombre… y procura conseguir una
vida lograda (feliz) gracias a sus elecciones personales”.
O sea, que ayudar a los estudiantes, a cada chico/a, a que
conozca sus puntos fuertes y a la dedicación a la formación de su carácter, es
medio muy conveniente para que logre la madurez necesaria para realizar unos
muy buenos estudios superiores y un mayor grado de bienestar.
Apunto con detalle cómo lograrlo: Tener ideales. Con orden. Trabajar con un
plan. Con cultivo de la sobriedad y la generosidad. Constancia en el trabajo.
Sabiendo superar las frustraciones. Con una importante educación de la
voluntad. Tomando determinaciones y ejecutarlas. Y con sentido crítico.
Lograrlo es ir en busca de la excelencia.
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