Las nuevas tecnologías han traído
consigo grandes avances pero también nuevos problemas y conceptos novedosos.
Pese a los evidentes beneficios que han traído a la sociedad, el abuso que se
está produciendo entre niños, adolescentes y adultos del teléfono móvil,
ordenador, tablets o redes sociales está provocando grandes problemas que
necesitan respuestas urgentes.
Uno de estos nuevos conceptos es
el de “demencia digital” que ha popularizado el doctor Manfred Spitzer,
psiquiatra y neurocientífico, que ha centrado su carrera en el estudio del
cerebro y que lleva años alertando sobre las nuevas tecnologías.
En su libro, titulado
precisamente Demencia Digital (Ediciones B), Spitzer habla de ejemplos
cotidianos del uso de nuevas tecnologías y que afectan a nuestro cerebro sin
que lo percibamos.
Habla entre otras muchas cosas
del GPS que las personas utilizan para guiarse con el coche. Cuenta que
utilizaba siempre este aparato para guiarse y llegar a su destino. Cuando se lo
robaron y tuvo que enfrentarse a la tesitura de conducir “tuve que esforzarme
mucho para orientarme. Sólo poseía una idea vaga incluso de los trayectos a lugares en los que
había estado varias veces. Frustrado por completo por mi incapacidad para orientarme no hacía sino perderme una y
otra vez”.
Y con este ejemplo habla de cómo
las neuronas son como músculos. “Había
delegado esa tarea a una máquina que me comunicaba la ruta (…). Así pues, había
sacado de la memoria el logro mental de la orientación y de la navegación que
yo mismo había llevado a cabo en otro tiempo”, cuenta Spitzer en el libro. Y
esto pasa en muchos aspectos más de la vida. Cuando surge una duda de cualquier
cosa, deportes, historia…lo primero que se hace es acudir a Google, la
respuesta llega pero es olvidada al momento.
El cerebro, "si se utiliza
crece; si no se utiliza, se atrofia".
Por ello, recuerda que “la
utilización del cerebro conduce al crecimiento de las áreas cerebrales que se
utilizan para una capacidad determinada. Por tanto, nuestro cerebro, en un
sentido importante, funciona de manera similar a un músculo: si se utiliza
crece; si no se utiliza, se atrofia”. Y para este doctor alemán, número uno en
ventas y odiado por muchos adolescentes de su país, una cosa está clara:
“Nuestra capacidad de rendimiento mental depende del esfuerzo mental al que nos
sometemos”.
Como consecuencia, los neurólogos
se están percatando de que cada vez más jóvenes de entre 20 y 30 se ven
afectados por lo que ellos creen que es un problema de memoria y no es otra
cosa que la falta de ejercicio del cerebro que ha sido suplido por las nuevas
tecnologías, lo que lleva a la llamada “demencia digital”.
Manfred Spitzer dirige en la
actualidad la clínica psiquiátrica de la Universidad de Ulm (Alemania).
Y Spitzer alerta que las nuevas
generaciones de niños que no sólo en casa disponen de estos aparatos sino que
además son educados en el colegio con ellos tendrán incluso muchos más
problemas.
Los ordenadores "no sirven
para un aprendizaje de mayor calidad".
Así lo explica este psiquiatra:
“los ordenadores procesan informaciones; las personas que aprenden, también. De
ahí se deduce erróneamente que los ordenadores son estupendas herramientas para
el aprendizaje. Pero justamente porque los ordenadores nos quitan trabajo
mental, los portátiles y las pizarras digitales tan elogiadas para su
utilización en la escuela y en la clase, no sirven para un aprendizaje de mayor
calidad. Numerosos estudios avalan este hecho. El aprendizaje presupone un
trabajo intelectual autónomo. Cuanto más, y sobre todo, cuanto más
profundamente trabajamos con la mente una materia, tanto mejor la aprendemos”.
De este modo, Spitzer cuestiona
la utilización de portátiles, ordenadores y pizarras digitales en la escuela.
En primer lugar, como experto en
el cerebro, este doctor habla de la profundidad de procesamiento como clave
para entender los problemas derivados por las nuevas tecnologías. “Cuanto más
profundamente se procesa una materia, tanto mejor quedará grabada en la
memoria”, afirma. Y añade que “cuando me ocupo en detalle de una materia,
diferentes áreas del cerebro registran entonces todos sus aspectos y
cualidades. Este procesamiento intenso de todos los aspectos posibles produce
la transformación de muchas sinapsis y, por consiguiente, una mejor grabación
de este contenido en la memoria”.
La "superficialidad"
impide procesar bien la información.
Y precisamente aquí estriba,
según este experto, el “efecto negativo en el aprendizaje” de estos aparatos
digitales. Según él, la “superficialidad” de estos medios reduce la profundidad
de procesamiento.
En su opinión, la utilización de
estos medios digitales en los centros educativos posee además efectos
secundarios, que generalmente son obviados. A raíz de su experiencia y de
distintos estudios, Spitzer afirma que “el uso de internet conduce a un
empeoramiento de la memoria, conduce también a una reducción de la capacidad de
búsqueda de información, así como, a largo plazo y no en raras ocasiones, a una
adicción a internet”.
Estadísticas sobre adicción a
internet entre escolares.
Considera el autor del libro que
la introducción de portátiles en Primaria “no se trata de otra cosa que de una
especie de enganche”. Y pone como ejemplo a Corea del Sur, donde su gobierno
reconoció en 2010 que ya entonces el 12% de todos los escolares eran adictos a
internet. Precisamente, el término demencia digital procede de este país
asiático.
Siguiendo con su argumentación,
incide en que precisamente por quitar a los alumnos un trabajo intelectual como
es copiar de la pizarra, los portátiles poseen este efecto negativo que
denuncia.
Dejamos de memorizar porque no lo
necesitamos.
Por otro lado, Manfred Spitzer
insiste en cómo estos medios llevan a las personas a no trabajar su cerebro
para almacenar datos. Uno de los efectos es olvidar lo que se ha guardado
recientemente en un soporte digital. “Su carácter solícito nos deja
despreocupados frente a la memorización porque luego podemos (re) encontrar
todo en la red. Por consiguiente se va perdiendo a la larga el conocimiento de
experto”, añade.
En este sentido, el neurólogo
alemán que este efecto además tiene como consecuencia la reducción de “mis
posibilidades futuras de un trabajo intelectual autónomo (en la red y donde
sea) y reduzco la utilización de mi memoria (pues los adultos aprenden sobre
todo conectando las informaciones nuevas con las ya existentes)”.
ReL, 27 de marzo de 2017.
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