Puede interesar volver a leer la carta que D. Quijote escribe
a Sancho gobernador de la Insula Barataria, con las consideraciones que le
aporta el ingenioso hidalgo:
“Cuando esperaba, Sancho amigo, oír noticias de tus
descuidos e impertinencias, no oigo más que hablar de tus discreciones, de lo
que doy gracias al cielo, que vuelve sabios a los tontos. Me dicen que te
comportas con gran humildad, pero yo quiero que vistas bien, con el hábito que
tu autoridad requiere, y que vayas limpio y bien compuesto. Y recuerda que para
ganarte la voluntad de tu pueblo te conviene sobre todo hacer dos cosas: ser
bien criado con todos y procurar que no falten los alimentos, porque no hay
cosa que más fatigue el corazón de los pobres que el hambre y la carestía.
“No hagas muchos decretos, pero procura que se cumplan los
pocos que dictes. Sé padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas
siempre riguroso, ni siempre blando, y escoge el medio entre esos dos extremos.
Visita las cárceles para consolar a los presos, y los mercados para que los que
venden no engañen a los que compran. No te muestres codicioso, mujeriego ni
glotón, porque si el pueblo conoce tus vicios, por ellos te atacarán hasta
derribarte del cargo. Y, en fin, escribe a tus señores y muéstrate agradecido
con ellos, que la ingratitud es uno de los mayores pecados del mundo…
“Mi intención es dejar pronto esta vida ociosa, pues no nací
para ella, y tengo que cumplir con mi profesión de caballero andante.
“Dame noticia de todo lo que te suceda, y que Dios te guarde
de todo mal.
Tu amigo,
Don Quijote de la Mancha.”
La discreción y la humildad, el vestir bien, ser padre de las
virtudes, gobernar en el término medio, consolar a los presos, vigilar los
mercados, evitar la codicia y ser agradecido, ¿no es una vida construida en los
valores?
Hace muy pocos días, publiqué algunos datos de la vida de
Marco Tulio Cicerón. En especial, los referidos a su honestidad como hombre
público. Hoy, quizá con una trascendencia menor, D. Quijote anima a Sancho a
vivir también en la honestidad: no te muestres codicioso, mujeriego ni glotón y
sé agradecido.
Bañe la honestidad el corazón de nuestros hombres públicos.
Será el mejor regalo para sus ciudadanos.
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