Cuaderno para acercarse a Jesús de
Nazaret
VIDA
PÚBLICA DE JESÚS. Pensamiento
4.
Jesús abandona Nazaret. Abandona su hogar para dedicarse
plenamente a una misión: la que había traído, para la que había venido.
La noticia de que Juan estaba bautizando en el Jordán, debió
suponer para María que, muy pronto Jesús saldría de Nazaret.
Efectivamente, Jesús llega adonde Juan, y entra en las aguas
del Jordán para ser bautizado: se hace pecador y se humilla, porque aquel
bautismo de Juan era de penitencia. Por lo tanto, para todo pecador. Isaías
había dicho que el Mesías tenía que cargar con los pecados del mundo. Esto es
lo que hizo Jesús.
Días después, Juan viendo que Jesús pasaba otra vez por allí,
dijo: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[1].
Jesús carga con los pecados del mundo y quita el pecado del mundo. Quita los
pecados porque carga con ellos. “Él llevó nuestros pecados en su cuerpo
hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia”[2].
¿Por qué cargó Jesús con los pecados? Por el amor que tiene a cada persona. Un
amor muy superior a toda ofensa, a todo quebranto.
Lo siguiente es nuestra posible respuesta a tan enorme
generosidad. Busquemos una posible. Casi siempre una gran respuesta la logramos
encontrar en la Escritura: “Acerquémonos confiadamente al trono de la
gracia, para que alcancemos misericordia y encontremos la gracia que os ayude
en el momento oportuno”[3].
Las tentaciones. “El demonio le tentó, no directamente al mal (gula, vanagloria
y ambición) sino a manera de engaños, bajo capa de bien, presentándole más
eficaz su misión si la realizaba según una mentalidad más humana”[4].
“El demonio le propone, en lugar de la muerte en la cruz, un programa de éxito
humano en el apostolado”[5].
En el hombre hay una vida que no se mantiene con el pan, sino con la Palabra de
Dios, y por eso dirá al tentador: “No sólo de pan vive el hombre, sino de
toda Palabra que sale de la boca de Dios”[6]. Jesús viene a dar esa Vida. Él va a ser pan
de vida. Toda tentación pretende que nosotros, hijos de Dios, rompamos con el
Padre.
[1] Jn. 1,
29
[2] 1Pe. 2,
24).
[3] Heb. 4,
16
[4] Luis Mª
Mendizábal. Los misterios de la vida de Cristo. BAC. Página 101.
[5] Idem.
Página 102.
[6] Mt. 4,
4)
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