“El deseo de Dios
está inscrito en el corazón del hombre” (Catecismo Iglesia Católica: CEC nº
27). “Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el
misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo,
Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el
Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina” (CEC nº
51).
Atributos de Dios. Es Todopoderoso, Misericordioso, Bondadoso, todo
Amor y Verdad.
Jesús y el Padre.
Jesús revela la existencia de una
persona en Dios, a la que Él llama Padre.
Amaba y admiraba al Padre y Él se presentó como Hijo. Sus primeras
palabras en Templo, con doce años, citan al Padre. Sus últimas palabras, allá
en la cruz, se vuelven al Padre. Y dice que el Padre actúa continuamente: “Mi
Padre no cesa nunca de trabajar; por eso yo trabajo también en todo tiempo”
(Jn. 5, 19), a propósito de por qué hace milagros en el sábado.
Por otra parte, el Padre, declara que Jesús es su Hijo.
-En el bautismo del Jordán: “Este
es mi Hijo muy amado, en quine tengo mis complacencias” (Mt. 3, 17).
-En la transfiguración: “Este es
mi Hijo amado, en quien tengo mi
complacencia; escuchadle” (Mt. 17, 5).
El pecado.
“La acción devastadora del pecado
en el mundo es un evidencia palpable. Pero eso no ha desanimado el amor que nos
tiene el Padre. El Padre reacciona contra el pecado haciendo de su Hijo querido
el Redentor. Es algo así como si dijera: “Puesto que me habéis ofendido, os
enviaré a mi Hijo”.
Paternidad y Filiación.
El Padre, presente en la Creación
y en la Redención, tiene un proyecto: hacernos hijos adoptivos. “Ved qué amor
nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios, y lo seamos.” (1
Jn. 3, 1).
Providencia de Dios.
La Providencia del Padre es
consecuencia de su bondad, de su amor paternal. Mediante su Providencia, el
Padre ejerce su solicitud sobre todo lo creado, especialmente hacia el hombre.
“Haces brotar la hierba para el
ganado y las plantas que el hombre cultiva, para sacar el pan de la tierra y el
vino que alegra a los hombres, el aceite que hace brillar su rostro y el
alimento que los conforta” (Sal. 104, 14-15). Estas reflexiones del Salmo tienen multitud de
aplicaciones prácticas en nuestra vida cotidiana.
¿Cómo es su Providencia?
“El que no perdonó a su propio
Hijo, antes bien lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no va darnos
gratuitamente todas las demás cosas con Él?” (Rom, 8, 32).
Más es imposible dar, imposible
comprender, imposible amar y atender a todas las necesidades espirituales y
materiales de sus hijos. Nada permanece olvidado por nuestro Dios Providente.
“¿No se vende un par de pájaros
por un poco de dinero? Y, sin embargo, ni uno de ellos cae en tierra sin que lo
permita vuestro Padre… Vosotros valéis más que todos los pájaros” (Mt. 10.
29-30).
La Providencia de los siglos XIX
y XX: Lourdes, Fátima, y los grandes santos de estos siglos: S. Francisco de
Sales, Sta. Terea del Niño Jesús, San Pío X, S. Juan XXIII, S. Josemaría
Escrivá, S. Juan Pablo II, S. Pío de Pietrelcina, Sta. Teresa de Calcuta…
El culto al Padre.
En el Bautismo, en la
Confirmación, en todos los sacramentes, y muy especialmente en la Santa Misa.
Ahí se alaba al Padre, se le dan gracias, se repara y desagravia.
La oración: el Padrenuestro.
Oración realizada con sinceridad,
humildad, confianza, perseverancia y amor filial. Y saber que toda oración es
escuchada.
Dice Jesús: “Cuando oréis decid:
Padre nuestro que estás en los cielos…”
1ª Petición: “Santificado sea tu
nombre”. Jesús nos invita a que adoremos al Padre. Y, ¿cómo santificarle
nosotros pecadores? Santificamos el
nombre de Dios, cuando nos acercamos a nuestra propia santidad.
2ª Petición: “Venga tu
reino”. Jesús exhorta a sus discípulos a
rezar por la expansión del reino del Padre. De esta forma les hace comprender
más su responsabilidad en este terreno.
Así pues, todos los cristianos tienen la misión de contribuir, al menos
por la oración, a la expansión de la Iglesia.
3ª Petición: “Hágase tu
voluntad”. El culto al Padre y el establecimiento de su reinado no pueden
alcanzar toda su realidad más que a través del cumplimiento de su
voluntad. La sumisión a esta voluntad
viene de una respuesta de amor filial al amor paternal.
4ª Petición: “Danos hoy el pan
que necesitamos”. El Padre, que en su Providencia se interesa por todas las
necesidades de sus hijos, está siempre dispuesto a acoger la petición del pan
de cada día. El pan que se pide es el pan material, signo de todo lo que es
necesario para el mantenimiento de la vida del cuerpo e igualmente el pan
espiritual.
5ª Petición: “Perdona nuestras
ofensas, así como nosotros personamos a los que nos ofenden”. Jesús nos invita a todos a pedir para
nosotros mismos el perdón de nuestras culpas. El desea que, al situarnos en
presencia del Padre, tomemos más
vivamente conciencia de nuestro estado de pecadores. Sin embargo, se menciona
expresamente una condición para que otorgue el perdón. Tenemos que perdonar por
nuestra parte a los que nos han ofendido, de tal forma que no se puede rezar el
Padrenuestro más que renovando la intención de perdonar.
6ª Petición: “No nos dejes caer
en la tentación y líbranos del Maligno”.
No podemos pedirle al Padre que nos ahorre todas las tentaciones. Cristo
fue tentado. Lo que pedimos es la ayuda del Padre para tener la fuerza de
resistir a la seducción del mal. Esta petición nos recuerda nuestra fragilidad,
que tiene necesidad de ayuda. (El Padrenuestro preparado por Jean Galot).
La respuesta del buen hijo.
Tal vez lo primero sea “pedir un
corazón grande para amar a Dios” (Fco. De Sales: Vida Devota. Cap. XXI.
Directorio).
Y Poner más conciencia al
santiguarnos.
Comprender que ante la mayor
desgracia (el pecado), sobreabundó la gracia. Y Rectificar, buscar la
reconciliación en el sacramento de la Penitencia.
Vivir la Santa Misa con más plenitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario