En las últimas semanas y debido a diversas borrascas que han convertido Madrid en zona de embalses y del nacimiento de alto nivel hidrológico, aquello que era un riachuelo -un casi nada- se ha convertido en un llamativo y sustantivo río. Me refiero al Manzanares.
Debido a su poca entidad, en el siglo XVI, Lope de Vega le
dedicó el siguiente poema:
Manzanares, Manzanares,
arroyo, aprendiz de río,
platicante de Jarama,
buena pesca de maridos…
y aunque un arroyo sin bríos
os lave el pie diligente,
tenéis un hermoso puente
con esperanza de
río.
Un aprendiz de río que trata de amistad y conversación con el
Jarama -se burla el poeta-, llegando a la altura de un arroyo, aunque en el
verso final se le da esperanza: ya que te han dedicado un puente, trata de
llegar a ser río.
Es de agradecer a Lope que tuviese esta consideración y
tiempo para recordar a los suyos y a los nuestros, que Manzanares quiere ser
río. Y lo está consiguiendo…
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