viernes, 29 de abril de 2016

AMORIS LAETITIA




AMORIS  LAETITIA.

Es la nueva Exhortación apostólica del Papa Francisco.

En ella aborda desde la realidad, los desafíos y la alegría del amor y de la familia. Reconoce la existencia de  problemas como la inmadurez afectiva y sexual, la mentalidad antinatalista o el debilitamiento de la fe y de las prácticas religiosas; o bien, la falta de apoyo a la familia por parte de las instituciones, la falta de una vivienda digna o las largas jornadas de trabajo. Otro problema es el que el Papa llama la “cultura de lo provisorio”, expresión con la que quiere manifestar “la velocidad con la que las personas pasan de una relación afectiva a otra.  Creen que el amor, como en las redes sociales, se puede conectar o desconectar a gusto del consumidor o incluso bloquear rápidamente. Son muchos los que suelen quedarse en los estadios primarios de la vida emocional y sexual”. El amor que no crece, comienza a correr riesgos.

Añade que el amor en el matrimonio  se mantiene también con el diálogo, que precisa además de dos condiciones. Una del tiempo y que se dedique al cónyuge, un tiempo de calidad. La segunda es la materia. Es decir, que para que el diálogo valga la pena, dice Francisco, hay que tener algo que decir, y eso requiere una riqueza interior, que se alimenta en la lectura, la reflexión personal, la oración y la apertura a la sociedad.




“El amor… es un don de Dios que embellece el encuentro de los esposos”, dice el Papa. O sea, que el amor entre los esposos, también entre los novios, tendría que ser un arco iris. El esposo y el novio, sea arco iris para la esposa o novia. Y al revés.

Después, pide el Papa que se facilite a los novios una muy buena preparación al matrimonio y se les acompañe en los primeros años de la vida matrimonial.

Con el capítulo nueve finaliza la Exhortación en el que escribe: “los momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aún la sexualidad, se experimentan como una participación en la vida plena de Jesús Resucitado”. Así que viene a manifestar claramente, que toda la vida cristiana se fundamente y apoye en la Resurrección del Señor, también la oración, los momentos de crisis y por supuesto la participación de todos en la Eucaristía dominical.

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