sábado, 13 de agosto de 2022

AMAR LA VERDAD


 AMAR LA VERDAD

Pablo llega a Atenas. Visita sus numerosos altares y esculturas y admira la belleza y la monumentalidad de toda la ciudad. Finalmente acude al Aerópago donde los epicúreos, personajes flojos y líquidos, los llamaría Bauman, discuten y enseñan. También encuentra allí a los estoicos, gente que vive y pregona la importancia de la virtud para llegar a la felicidad. A ambos, Pablo les habla de Jesús de Nazaret y les dice que murió y resucitó y vive. Él es testigo de lo que afirma. No le creen y se marchan, le abandonan.

Pablo ha optado por anunciar la verdad, aunque tal resolución le propicia la soledad.

¿Es necesario caminar en la verdad y anunciar la verdad? Pues miren ustedes, la verdad es el cimiento de la vida social y del amor entre las personas. Además, es factor esencial en la educación. No pongas la verdad en tu hogar, tampoco en el colegio o en el instituto y los sujetos allí educados saldrán instruidos, pero sin la verdad.

Amar la verdad es más que la sinceridad. La sinceridad se refiere a no mentir, a evitar el engaño. Mentir es la del niño o del adolescente o joven que oculta a sus padres que se reúne con una persona que puede hacerle grave daño. Es copiar en un examen. Engañar en un documento oficial. Negar lo que somos (en esto falló Pedro)… La mentira daña la esencia y la dignidad de la persona.

Se ama la verdad si se estudia y lee. Especialmente yendo a las fuentes de la verdad: somos hijos de Dios, que nos ama y cuida de nosotros.

Faltamos a la verdad cuando nos fijamos en lo negativo de los demás o mirando al otro como a un competidor. Verdad es mirar al otro como a un hijo de Dios.

Amar la verdad es comunicar la verdad. Tarea que se convierte en la primera para un cristiano.     

Fondo y forma: Mantener el fondo en la defensa de la verdad, pero adecuar la forma según el que te escucha. Un ejemplo:

A.    Ovidio tiene 18 años y ha abandonado toda la vida cristiana. Su madre dice a su padre:  tus formas rígidas y autoritarias lo han alejado de Dios.

B.    Terencio tiene 18 años y ha abandonado toda la vida cristiana. Su madre dice a su padre: podías hablar con él e intentar que te cuente que le pasa, y aprovechas el momento para hacerle ver que Dios le sigue amando.