jueves, 30 de septiembre de 2021

"El tiro por la culata" (Rectitud de intención)


 “Una persona tuerta caminaba en dirección al “valle de los ciegos”, para escapar de la sociedad de hombres en posesión de un par de ojos. Presentía que, en el valle de los ciegos, él sería el rey.

Pero las cosas no sucedieron así. El extranjero tuerto no fue aclamado como un rey al que adorar y obedecer, sino que fue calificado como un monstruo al que había que aborrecer y expulsar”. (H. G. Wells. El valle de los ciegos. Citado por Z. Bauman en Sobre la educación en un mundo líquido. Paidós, 2013. Página 87).

Le podíamos decir al tuerto que, antes de moverse, pensase y pesase bien, la determinación y el cambio que había decidido hacer.

Porque a veces, las cosas no son del color con que nosotros las vemos, sino como realmente son.

A esta reflexión, Aristóteles llama prudencia:

“Es propio del hombre prudente el ser capaz de deliberar sobre lo bueno para sí y lo que conviene para los demás. La prudencia estará acompañada de la razón y fomentará las cosas buenas para el hombre”. (A Nicómaco. Libro VI, 5).

“No es posible ser bueno en sentido propio sin la prudencia”. (A Nicómaco. Libro VI, 13)

jueves, 23 de septiembre de 2021

CRISTINA, HIJA DE LAVRANS


 

«Cristina, hija de Lavrans», la gran novela católica de Sigrid Undset.

La escritora noruega Sigrid Undset (1884-1949), Premio Nobel de Literatura en 1928, se convirtió al catolicismo al tiempo que escribía su novela más célebre, Cristina, hija de Lavrans, una obra católica en todos sus aspectos. Cuenta la historia Russell Shaw en Catholic World Report:

Si cree que una novela ambientada en la Noruega del siglo XIV tiene que ser aburrida, piénselo de nuevo. Cristina, hija de Lavrans, de Sigrid Undset, es un libro así y, lejos de ser aburrido, es seguramente una de las obras de ficción más emocionantes de la historia, por no decir que es la mejor novela católica.

 Sin embargo, alguien podría preguntar: ¿en qué sentido Cristina, hija de Lavrans es una novela católica?

Describe vívidamente, una sociedad en la que todos los personajes profesan la fe católica y dan por sentados los valores católicos. (Que los vivan es otra cuestión, pero incluso los malos son malos de forma claramente católica).

La conversión causó sensación en la Noruega de entonces, totalmente luterana, pero Undset se aferró a su nueva fe, escribiendo biografía de santos.

Sin embargo, es incuestionable que Cristina, hija de Lavrans introdujo el nombre de su autora entre los grandes novelistas, un prestigio que sigue manteniendo. Como sugiere el título, el libro es el relato de la vida de una mujer. Pero no una mujer cualquiera. Cristina, una mujer de carácter fuerte, apasionada, profundamente religiosa, a menudo rebelde, es uno de los personajes más memorables de toda la ficción. Pero no menos llamativo es el hombre en el que se fija y con el que acaba casándose, Erlend Nikulausson, apuesto, testarudo y autocomplaciente, con el que inicia un tormentoso matrimonio.

Junto a estos dos personajes hay docenas de otros muy bien dibujados -santos, pecadores y todo lo demás- que entran y salen de una narración compleja que muestra la naturaleza humana en sus altibajos en una variedad de entornos sociales. Se trata de una historia de contrastes: la fidelidad y la infidelidad, la abnegación y el egoísmo, la santidad que parece de otro mundo y la entrega total a los placeres mundanos, la violencia extrema y la conmovedora dulzura.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

¿Qué funciona bien?


Una mirada al mundo y la percepción es de bastante “jaleillo”. Incertidumbre sobre la vida en Afganistán con los talibanes en los próximos meses; el despiporre del precio de la luz; la variante india del Covid; la mesa del diálogo; los misiles de Corea del Norte…

La cuestión fundamental es la siguiente: ¿Tenemos alguna institución, u organización …   que se pueda hacer cargo del “bollo” que se aprecia en las más diversas partes de nuestro planeta?

¿Podemos confiar en la ONU como el organismo salvador? O tal vez, ¿en la Unesco? Otra posibilidad: ¿será la Unión Europea la institución acertada para crear paz y estabilidad? O será mejor pensar en los EEUU: ¿lo logrará este joven país americano dirigido por un anciano? Y si ¿fueran los amish los encargados de poner orden en este trastornado mundo?

Me parece que, si hay que buscar una institución “arregladora” que remedie el actual problema; debería ser buscada entre aquellas que por sus logros hayan demostrado que funciona bien.

¿Valdrán para tal misión algunas de las instituciones o países citados más arriba? Parece ser que no. Llevan años intentándolo y el resultado es negativo, bastante negativo. No acaban de convencernos de la eficacia de su funcionamiento.

No me resigno a que no haya quién pueda darnos una solución valiosa.

Me atrevo a examinar y analizar el cristianismo. ¿Funciona bien esta religión? ¿Serán transferible algunas de sus leyes, la propia organización y las convicciones por las que se rigen sus gentes como factores sanadores de algunos de los problemas que los políticos no saben resolvernos?

No perdemos nada por comprobarlo mediante un amplio y riguroso examen. Sin olvidar qué buscamos: Una institución que funcione bien y su estructura sea válida para los problemas sociales y económicos que nos afectan.

 

jueves, 9 de septiembre de 2021

EL ARTE DE SER PADRES EXCELENTES. . .


 Los puntos suspensivos son intencionados. Porque evidentemente, es muy importante la excelencia en los padres como agentes educativos de primer orden, pero eso no es suficiente. También es necesaria, imprescindible la excelencia en las autoridades, en los gobernantes, en los profesionales de los medios de comunicación … si lo que queremos es una sociedad más justa, libre y pacífica.

Además, la excelencia es un factor encomiable en los profesionales de todas las ramas del saber y de los oficios. Sin embargo, la excelencia deberá ser un atributo de cada persona.

Lo explico con un ejemplo. Hace unas semanas aparqué en una zona reservada para autoridades. Un policía se acercó y con buenas dotes persuasivas, un tono de voz agradable y suave, me informó del error que había cometido. Todo durante unos escasos tres minutos en los que el policía puso su buen hacer y mejor aún, respeto y educación. Una conversación breve, pero de diez. ¡Fenomenal! Pero si sólo utiliza aquellas buenas dotes -excelentes- en su ámbito profesional y luego, en su vida privada es irónico, sarcástico, malhumorado, impaciente, violento y verbalmente autoritario, no es persona que haya conseguido la excelencia.

La excelencia en los padres, en el hogar, en toda persona, es un factor tan genial, que es lo que pedimos y estimulamos para todos.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

LOS ELEGIDOS


 Estos días estoy disfrutando de una serie, por cierto, gratuita, que se titula The Chosen, los Elegidos. Está basada en los Evangelios y es estupenda. Refleja de un modo plástico el entorno social, religioso y cultural que vivió Jesucristo. La tipología de los fariseos está muy lograda: son los guardianes de la Ley, de la religión, los maestros, los inquisidores, los perfectos. Contrastan los elegidos de Jesús: gente normal, sencilla, con defectos, pero con ganas de superarlos. Su característica es la alegría, la apertura, la libertad. No se alejan de los pecadores, ya que son conscientes de que ellos también lo son. Tienen en común un gran corazón, la alegría de haber sido elegidos para algo grande sin mérito alguno.

Los peores son los que se consideran sanos, los que tienen la solución para los demás y se descuidan ellos mismos. Los hipócritas. En la citada serie, junto al gremio fariseos, se encuentran los ocupadores romanos con los colaboracionistas; también la secta de los zelotes, que quieren restablecer el judaísmo con la violencia. Cada uno de estos grupos vela por sus propios intereses, van a lo suyo y consideran enemigos a los otros. Contrastan Jesús y los suyos, que se dedican a hacer el bien dando gloria a Dios. No se consideran enemigos de nadie, aunque levanten envidias. Al final serán la diana de todos los demás. ¡Qué pena da la pobre condición humana incapaz de reconocer el bien, cegada por sus prejuicios y vicios!

Si realmente estamos preocupados por el cariz que lleva el mundo tendremos que tomar alguna medida; lamentarse y criticar no llevan a nada. Veamos cómo anda nuestro corazón, lo podemos confrontar con nuestras obras. Si todo lo veo mal, si pienso que estoy rodeado de imperfectos, si destilo hiel, si todo me molesta es que estoy invadido por los miasmas. Hay en mi interior una septicemia generalizada. Me vendría bien pararme, aislarme, llamar a las cosas por su nombre: soy esclavo del consumismo, estoy atrapado por la sexualidad, me he encerrado en mi egoísmo, hace mucho tiempo que no me confieso, no soy coherente con mis ideales… Y a recomenzar.

Juan Luis Selma, en almudi.org, el 29 de agosto de 2021.