viernes, 1 de abril de 2016

LA SEXUALIDAD PRODUCTO DE CONSUMO.


 La publicidad tiende a hacer de la sexualidad un objeto de consumo. Es decir, sexualidad=producto de consumo. El criterio comercial para extender la consumición es claro: más cantidad, mayor rapidez de excitación, más intensidad de placer.

    Ese enfoque de la sexualidad genera además, una gran cantidad de intereses económicos, con beneficios cuantiosos: pornografía, prostitución, métodos anticonceptivos, aborto, etc. La sexualidad se convierte así en un fin lucrativo y de compraventa.

El preservativo
      “Diversas fuentes, como la OMS, no consideran los preservativos como métodos de eficacia práctica alta ni para impedir embarazos ni para prevenir otras infecciones de transmisión sexual con graves consecuencias para los jóvenes como el virus del herpes genital, la clamidia o el virus del papiloma humano, que se están convirtiendo, de hecho, en auténticas epidemias en lugares donde el preservativo se usa extensamente”. (J. de Irala e I. Gómara. Nuestros hijos quieren querer. Editorial Universitaria. 2012. Página 73).

  “Las relaciones sexuales ocasionales o esporádicas suelen generar mayor sufrimiento psicológico, desconfianza y pérdida de autoestima, al haber sacrificado valores personales por algo que ha sido pasajero o poco auténtico”. (J. Irala e I. Gómara. Página 51).

     Si se absolutiza el cuerpo (es algo grande que tengo, lo cuido, lo mejoro, lo exhibo), se cae con frecuencia en el narcisismo, en la obsesión por la propia imagen. La persona se queda con el cuerpo, ahí permanece, de ahí no sale. Y somos cuerpo y algo más.



Guillaume Derville
¿Es la castidad algo deseable? ¿Está realmente al alcance de la gente corriente? ¿Cuánto tiene de renuncia y cuánto de felicidad? El autor lleva a cabo una reflexión positiva sobre esta virtud tan cuestionada en nuestros días, a la vista de las palabras de Jesús: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.
La pureza guarda un estrecho parentesco con el amor, y su ausencia, con el desamor. Hablar de pureza es hablar de felicidad. Contribuye al propio desarrollo y enriquece la relación. Tratar de pureza es hablar de don de sí, de equilibrio y valentía y de interacción entre persona y sociedad. Pero también de castidad conyugal, de celibato cristiano y paternidad espiritual.
Guillaume Derville es licenciado en la École Supérieure de Commerce (París), doctor en teología y sacerdote. Profesor de teología en la pontificia universidad de la Santa Cruz (Roma),

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