Es necesario detenerse en lo que podemos llamar la excelencia académica. Desde luego, es una excelencia importante
aunque es mucho más excelsa la
excelencia de la persona, porque esta
engloba a toda la personalidad de un
individuo. Pero, ¿qué podemos hacer para también lograr excelencia académica en
nuestros niños, adolescentes y jóvenes?
El conocimiento que ya tenemos del
niño, de su psicología y de sus intereses y motivaciones nos puede ayudar.
La experiencia nos dice que en el
niño y en el joven, suele haber una preparación para la excelencia, en la que juega un papel importante su tendencia a la
curiosidad.
Efectivamente, hay chicos que
desarman sus juguetes, los observan y posteriormente los vuelven a organizar
perfectamente. Otros, realizan dibujos de aparatos o de herramientas
desconocidos y curiosos, o bien, observan como las gotas de vapor condensadas
se establecen en la tapadera de la olla en la que su madre prepara un cocido y
el muchacho se pregunta por qué sucede tal fenómeno. Tal vez, ese mismo chico
confecciona objetos nuevos, a veces inservibles y también, construye barquitos
y aviones o coches. Y se rodea de libros y más libros, que se apilan en su
habitación, que tratan de las materias más diversas y que por supuesto los
devoran en sus lecturas. Hace multitud de preguntas, participa en las
conversaciones de sus padres, hermanos mayores y otros adultos.
En algunos, y ya en su primera
infancia, se les observa con algunas predisposiciones más excepcionales. Seguramente
conocemos a algún niño de cinco o seis años con un alto dominio del lenguaje: su fluidez léxica,
su capacidad de asociación auditivo-vocal, su comprensión y asociación visual,
su comprensión verbal, su alto desarrollo gramatical, se distinguen notablemente.
Otro destaca muy pronto para alguna actividad deportiva en el que se aprecia su
excelente psicomotricidad, sentido del equilibrio, etc.
En un tercero, comprobamos su
despierto oído, su gran disposición para el
ritmo y una capacidad envidiable en la distinción de los sonidos:
estamos muy probablemente, ante un futuro buen músico.
Es decir, si los observamos con
detenimiento, podemos decir que algunos niños, al mismo tiempo que crecen y se
desarrollan, gestionan unas habilidades que nos indican una cierta preparación
para la excelencia académica. Y por
supuesto sus padres pueden y deben favorecer este interés tan sobresaliente de
estos chicos. Imaginemos a un niño con gran interés por el mundo de los
dinosaurios. Si sus padres, además de fortalecerle su voluntad, le fomentan la
curiosidad por este mundo animal, con operaciones concretas relacionadas con
esa disciplina, estarán preparando a un gran biólogo.
La conclusión es que hay niños,
adolescentes y jóvenes con una especial disposición para un arte, para una
ciencia, para una habilidad y naturalmente, es muy positivo para él, que sus
padres y educadores la fomentemos, porque ese despertar que en ellos se
ve, es un indicio de excelencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario