jueves, 11 de febrero de 2016

EDUCACIÓN SEXUAL

Educar la sexualidad viene a reducirse hoy a enseñar a los jóvenes un uso de la sexualidad que no ocasione problemas. Nuestra sociedad es muy sensible, con razón, a las ETS y a las consecuencias no deseadas de la sexualidad. Se reduce la sexualidad a una búsqueda o aplicación de medios técnicos.

Muchos jóvenes, cuando hablan del amor, en realidad, de lo que hablan es de sentimientos, afectos y emociones. Y desde luego, los sentimientos y los afectos son importantes en el amor, pero amar es algo más. El amor no es sólo cuerpo. También es espíritu. Si nos quedamos en sólo cuerpo, el amor buscará el placer y siempre el placer egoísta.

Escribe Víctor E. Frankl: “Normalmente el sexo es una forma de expresar el amor. El sexo se justifica, incluso se santifica, en cuanto que es un vehículo del amor, pero sólo mientras este existe. De este modo, el amor no se entiende como un mero efecto secundario del sexo, sino que el sexo se ve como medio para expresar la experiencia de ese espíritu de fusión total y definitivo que se llama amor”.[1]

Tres preguntas: tres cuestiones

¿La educación sexual es una imposición moral de la Iglesia pasada de moda y contraria a lo que es el deseo sexual y amoroso?
¿Puede ser el afecto el criterio exclusivo de una relación amorosa?
Si según mi afectividad, quiero una cosa –una relación prematrimonial por ejemplo- y mi pareja está de acuerdo, ¿eso tiene que ser bueno?

La intimidad.

Ante el encuentro con el cuerpo sexuado de otra persona, apreciamos algo más que su cuerpo. Percibimos su intimidad, es decir, lo que esa persona es en su interior y esa totalidad, cuerpo e intimidad, nos atraen o no. Hemos avanzado en el camino del conocimiento del otro/a, y no sólo por la afectividad.
Y seis ideas para  la educación afectivo-sexual.
1.    Fortalecer la voluntad de niños, adolescentes y jóvenes.
2.    Fomento del autodominio para crecer en libertad.
3.    Recibir formación afectivo-sexual.
4. Enseñar a amar. No olvidar de la importancia del aprendizaje por contagio.
5. Explicar que la educación afectivo-sexual no sólo es biologismo ni tampoco es sólo romanticismo.
6. Proporcionar una formación sólida en la que deben aparecer  la inteligencia, la voluntad, los sentimientos y las emociones.





[1] Víctor E. Frankl. El hombre en busca de sentido. Herder 1991. Página 110.

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