lunes, 20 de noviembre de 2017

CIENCIA Y FE. GABRIELA MISTRAL


Gabriela Mistral (1889-1957) recibió el Premio Nobel de literatura en 1954. Su nombre auténtico fue Lucila Godoy Alcayaga en Vicuña. Fue cónsul de su país, Chile,  en Lisboa, Madrid, Brasil, Nápoles y Los Ángeles, y profesora visitante en varias universidades de Estados Unidos y América Latina. Se afanó toda su vida por conseguir una educación de calidad para los niños de América latina, hasta el punto de que el dinero producido por la venta de sus libros en América del Sur, dejó estipulado en su testamento que debía destinarse a los niños pobres de Montegrande, Chile.


Su religiosidad queda plasmada en su prosa de manera inequívoca y abundante. Toda ella está accesible gratuitamente en la red. En su escrito El sentido religioso de la vida dice: “Religiosidad es buscar en esa naturaleza su sentido oculto y acabar llamándola al escenario maravilloso trazado por Dios para que en él trabaje nuestra alma. Respecto del cuerpo, religiosidad es vivir sacudiendo su dominio y una vez domado, hacerlo el puro instrumento siervo, que debe trabajar para el espíritu, que es su única razón de ser. 
No sólo los cielos, la tierra y la carne que la puebla, son esa escritura de Dios de que habla Salomón… Nos dividimos, hombres y mujeres, en religiosos y a-religiosos (no quiero nombrar a los otros). El hombre a-religioso es el hombre frívolo… Estupenda frivolidad es el materialismo que se cree sin embargo, hijo de la observación y la ciencia”. A la Biblia, que ella llamaba el Santo Libro, achacaba en buena parte la inspiración de su vocación literaria: “Mi contacto con la lírica judía, que había de ser la lírica de mi nutrimiento, lo hizo, cuando yo tenía 10 años, mi abuela, doña Isabel Villanueva” ¿cómo? Leyendo la Biblia delante de ella ( Luis Vargas Saavedra Prosa religiosa de Gabriela Mistral. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello; 1978).

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