lunes, 3 de julio de 2017

RENOVACIÓN: LA FAMILIA EDUCA



1. La familia.
 La construcción de alguna cosa, pequeñas cosas a veces, exige un gran esfuerzo, y desde luego suele merecer la pena hacerlo. Pues bien, pocas construcciones pueden ser más interesantes que la construcción de una familia. Es una de las empresas más valiosas que realizarse pueden.

 En la familia se produce la más alta educación a que un individuo puede aspirar, puesto que allí se producen un conjunto de estímulos que influyen como tal conjunto y producen una forma de ser, una forma de reaccionar.

 “Los hijos contemplan el amor de sus padres, los momentos de armonía y afecto y eso les da seguridad y les enseña la belleza del amor fiel, y duradero”. (B. XVI Discurso en Valencia el 8-7-06).” El amor recíproco de los esposo es el primer gran don que necesitan los hijos para crecer serenos, para ganar confianza en sí mismos y confianza en la vida. Los hijos quieren ser amados por una madre y un padre que se aman (B. XVI  Discurso al Consejo Pontificio para la familia. El 8-2-2010).

Muchos conocimientos se adquieren en la vida: aprender a conducir, una carrera universitaria o profesional, etc. pero los significados fundamentales de la vida se obtienen en la familia: significados de confianza, amor, aceptación del otro, lealtad, respeto, solidaridad, etc.

2. Quehacer fundamental de los padres.
El niño, el adolescente, el joven, tiene que ir consiguiendo aspectos profundos para su vida. Tres son muy esenciales:

• La educación de la voluntad.
Formación de la conciencia.
• Formación en la solidaridad.

Hay educación de la voluntad cuando se trabajan las virtudes, se desarrollan y se ejercitan, puesto que toda virtud tiene su asiento en la voluntad y recíprocamente, si queremos que haya voluntad tiene que haber un denodado ejercicio virtuoso.

Ahora bien, el acto más propio de la voluntad es el amor. Educar la voluntad es educar en el amor y para el amor. Educar la voluntad de un niño es educarle en el amor a sus padres, a sus hermanos, a sus abuelos, a sus amigos, a sus educadores, y a sus obligaciones.  Por consiguiente, educar la voluntad es educar en la verdad, en la bondad y en la belleza  (las tres grandes propiedades de una vida). La auténtica voluntad  une amor y verdad; amor y bondad.

Solidaridad -también puede llamarse generosidad- es opuesta  al "individualismo.

3. Hacer "Grandes" a los hijos.
Son los padres, los mejores educadores: Unos padres capaces de crecer y transformarse (Torelló, 1991), puesto que los educadores educan cuando han obrado en sí un conjunto de transformaciones por las que llegan a ser mejores personas. Porque "los padres no han transmitido al hijo de una vez para siempre, en el momento de engendrarlo, sus disposiciones naturales; continúan influyendo sobre él con su modo de ser propio, según las leyes de su propia constitución, que, desde luego, coinciden en gran parte con la del hijo; comprenden a los hijos gracias a la íntima llamada de su propia sangre, de su instinto, por esta razón, si son normales, pueden obrar idóneamente con mucha mayor facilidad que cualquier educador ajeno a la familia" (Hans Asperger: "Pedagogía Curativa". Ed. L. Miracle, página 103).

4. Gran medio: Un entorno familiar "saludable".
"Un entorno hogareño, escolar y social saludable estimula la autoestima, el sentido de pertenencia a un grupo, el sentido de hermandad, de justicia, ...

Para ello es importante la presencia estable de adultos que sirvan de modelos y proporcionen apoyo, ánimo, comprensión, sentido de disciplina, dirección y que enseñen al chico a discriminar entre el bien y el mal.

Por el contrario, bajo condiciones perjudiciales de abandono, inseguridad, privación, falta de afecto y abuso físico o psicológico, las criaturas tienden a adoptar un talante desconfiado, dubitativo y temeroso." (LUIS ROJAS MARCOS: Las semillas de la violencia. Espasa Calpe).

5. Familia y madurez humana.
 La familia es preparadora de hombres y para ello debe procurar que los chicos maduren. Se hace madurar:

A. Combatiendo aquello que retiene en la inmadurez: egocentrismo, permisivismo, materialismo, ...
B. Con un plan de fomento de los servicios, de la solidaridad y la comprensión.
C. Así hasta llegar al compromiso personal del chico. Los compromisos hacen madurar.

6. Educación y tiempo.
Escribe Penélope Leach: "Lo que los niños necesitan es el tiempo de sus padres, el tiempo para crecer, el tiempo para disfrutar de su infancia,...  "Los niños necesitan atenciones personalizadas y duraderas. Es decir, cada persona necesita lazos afectivos duraderos para poder crecer emocionalmente.

"La sociedad ha convertido el desarrollo y educación de los niños en una auténtica carrera, cuando este es un proceso que irremediablemente necesita tiempo.

7. Actitudes de los padres que ayudan a educar.
Individualmente, cada cónyuge: Ejercer una educación intencional con actitudes como las siguientes:
- De guía, conductor.
- De ejercicio de la autoridad justa y madura.
- Creatividad. Ser creadores de confianza; serenidad; afecto; fortaleza; lealtad; espíritu de renuncia; respetuosidad; comprensión; generosidad; orden; constancia; de ideales nobles.
CON UNA PERMANENTE ACTITUD POSITIVA ANTE LOS HIJOS.
- De paciencia. - Acogedora y amable. - Sinceridad. - De constructores de hombres de voluntad.

Hay una serie de detalles entre los padres que también ayudan a educar. Cosas tan normales y posibles como:
- evitar el nerviosismo; saber serenarse.             - usar de mucha prudencia en contestaciones.
- respetarse y respetar.                                         - profundizar en el conocimiento del cónyuge.
- cuidar los detalles de comprensión.                  - saber olvidar y saber perdonar.
- cultivar el buen humor: hacerse un estratega del buen humor.
- cultivar alguna afición compatible con la disponibilidad.
- valorar la opinión del cónyuge.                         - Saber cambiar de planes.
- ser muy exigente consigo mismo en cuestiones de orden.
- saber esperar la realización de algo durante años.
- saber hacer las paces, etc.

8. Formación de la conciencia.
Hay una lucha entre instintos y valores, lucha que es fruto de la conciencia.
La conciencia enjuicia constantemente nuestros actos, su bondad o maldad.
La conciencia se mueve en una determinada escala de valores, formada por la concepción que tengamos del hombre, del mundo y de la vida. Los valores deben estar jerarquizados.
Para formar la conciencia, las primeras experiencias infantiles son importantes.
La conciencia se educa teniendo en cuenta:
•             El domino de los instintos.                                      * El cultivo de la afectividad.
•             El fortalecimiento de la voluntad.                           * La formación del entendimiento.
•             El esfuerzo personal en la realización de las tareas.


•             Educación en la fe, “que es la cumbre de la formación de la persona… para eso es imprescindible la existencia del testigo… El testigo  remite a Alguien más grande que él: Jesucristo”. (Benedicto XVI. A la Asamblea Eclesial de la Diócesis de Roma, 6-6-05).

No hay comentarios:

Publicar un comentario