viernes, 4 de diciembre de 2020

CARTA DE D. QUIJOTE A SANCHO


 

Puede interesar volver a leer la carta que D. Quijote escribe a Sancho gobernador de la Insula Barataria, con las consideraciones que le aporta el ingenioso hidalgo:

Cuando esperaba, Sancho amigo, oír noticias de tus descuidos e impertinencias, no oigo más que hablar de tus discreciones, de lo que doy gracias al cielo, que vuelve sabios a los tontos. Me dicen que te comportas con gran humildad, pero yo quiero que vistas bien, con el hábito que tu autoridad requiere, y que vayas limpio y bien compuesto. Y recuerda que para ganarte la voluntad de tu pueblo te conviene sobre todo hacer dos cosas: ser bien criado con todos y procurar que no falten los alimentos, porque no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que el hambre y la carestía.

“No hagas muchos decretos, pero procura que se cumplan los pocos que dictes. Sé padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso, ni siempre blando, y escoge el medio entre esos dos extremos. Visita las cárceles para consolar a los presos, y los mercados para que los que venden no engañen a los que compran. No te muestres codicioso, mujeriego ni glotón, porque si el pueblo conoce tus vicios, por ellos te atacarán hasta derribarte del cargo. Y, en fin, escribe a tus señores y muéstrate agradecido con ellos, que la ingratitud es uno de los mayores pecados del mundo…

“Mi intención es dejar pronto esta vida ociosa, pues no nací para ella, y tengo que cumplir con mi profesión de caballero andante.

“Dame noticia de todo lo que te suceda, y que Dios te guarde de todo mal.

            Tu amigo, Don Quijote de la Mancha.”

La discreción y la humildad, el vestir bien, ser padre de las virtudes, gobernar en el término medio, consolar a los presos, vigilar los mercados, evitar la codicia y ser agradecido, ¿no es una vida construida en los valores?

Hace muy pocos días, publiqué algunos datos de la vida de Marco Tulio Cicerón. En especial, los referidos a su honestidad como hombre público. Hoy, quizá con una trascendencia menor, D. Quijote anima a Sancho a vivir también en la honestidad: no te muestres codicioso, mujeriego ni glotón y sé agradecido.

Bañe la honestidad el corazón de nuestros hombres públicos. Será el mejor regalo para sus ciudadanos.

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