jueves, 10 de diciembre de 2020

DEMOCRACIA Y HONESTIDAD


 En aquel fin de semana cayó un artículo periodístico en sus manos, o fue la conversación con un amigo, o tal vez, la lectura de un libro, lo que le proporcionó la reflexión sobre la democracia, percibiendo con claridad que es el sistema político más de acuerdo con la dignidad humana. Y se convirtió en su gran valedor y defensor.

Sin embargo, no tardó en captar que dentro de ella misma surgían comportamientos poco honestos, junto a otros de gran honestidad. Otra vez el bien y el mal volvían a aparecer.

Un líder de aquellos comportamientos honestos le decía: no toleres la corrupción, ni la alianza con el que no tenga convicciones nobles, ni con aquel que para promulgar una ley se una con el terrorismo o con los amigos del fraude institucional. Aquel sujeto le animaba, le gritaba, le impulsaba a defender la verdad y a denunciar todo tapujo deshonesto. Porque en aquel estado, la democracia estaba envuelta en una enorme red de mentiras y de manipulaciones. En una considerable falta de libertad.

En tales circunstancias, él se interrogaba sobre la validez de la defensa de la democracia que sinceramente propugnaba. Y recordaba a Marco Tulio Cicerón, a Séneca y a las consideraciones que D. Quijote le hacía a Sancho. Esta reflexión le confirmó en sus convicciones democráticas y desde entonces, su palabra fue el ariete permanente contra la frivolidad y la superficialidad. Palabra que no desfallecía y que descubría, como también puedes hacer tú, los manejos fraudalentos y la falta de honestidad que por encima de todo debe desaparecer de la imagen perfecta de todo hombre público.

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