viernes, 27 de noviembre de 2020

EL PODER Y LA PRUDENCIA. EL REY CANUTO

EL PODER Y LA PRUDENCIA

“Hace mucho tiempo, Inglaterra estaba gobernada por un rey llamado Canuto. Estaba rodeado de aduladores que le decían:

-Eres el hombre más grande que jamás vivió, decía alguien.

-Oh rey, nunca puede haber otro más poderoso que tú, añadía otro.

- No hay nada que no puedas hacer, le manifestaba un tercero.

El rey era un hombre sensato y se cansó de tantas tonterías. Y un día que caminaba por la costa decidió dar una lección a todos aquellos cortesanos.

-          Así que, según vosotros, ¿todas las cosas me obedecen?, preguntó el rey.

-          Por supuesto que sí, respondieron ellos.

-          Traed mi silla y colocarla en la orilla del mar.

Así hicieron y Canuto se sentó junto al mar. Y añadió:

-          Veo que se acerca la marea. ¿Pensáis que se detendrá si se lo ordeno?

-          Uno de ellos afirmó: Imparte la orden, gran rey, y la marea obedecerá.

-          El rey habló: Mar te ordeno que no avances más.

Pero el agua y las olas avanzaban y mojaban los pies del rey. El agua avanzó más y mojó enteramente los pies del rey y su manto. Entonces Canuto se dirigió a los cortesanos y les dijo: Parece que no tengo tanto poder como queréis hacer creer. Hoy habéis aprendido algo. Ya veis que no soy tan poderoso como decís.

Los funcionarios y cortesanos agacharon la cabeza sintiéndose ridículos”.

El poder, igual que la autoridad, tienen competencias y también límites.

(Adaptación de un texto de James Baldwim).

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La autoridad es el ejercicio de la sabiduría. Portadora de ella son los padres, entre otros. Sabiduría es un don que se adquiere por el conocimiento de las cosas y la experiencia. Con ella se enriquece la vida de los hijos y de los subordinados. Tener junto a nosotros a una persona que goza de la sabiduría, del discernimiento entre el bien y el mal, es un premioso beneficio a nuestra persona.

Con la sabiduría se ejecuta el buen juicio en las palabras, los actos, los negocios, los planes y la educación.

La prudencia, más aún la del político y del gobernante, es un claro ejercicio de la sabiduría. Todo hombre público debería examinarse con frecuencia sobre el grado que posee de ella.


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