Sacar a
relucir en cuanto llega él o ella,
aquello que molesta.
Remachar lo
negativo que vemos en el cónyuge.
Evitar las
expresiones fuertes y descalificadoras.
El
autoritarismo. Y mirar sólo mi interés.
Y expresiones del tipo de:
Que sea la
última vez.
Nada de lo
que digo te parece bien.
Tú siempre
quieres tener razón.
Contigo es
imposible hablar.
Evitar
comparaciones: “¡Eres como tu madre!”.
Y también superar:
La rutina en
la conversación.
La monotonía
y el aburrimiento.
El rencor.
El rencor se rompe con el perdón.
Guardar la
lista de agravios. La ira.
Refugiarse
en el ordenador, en el móvil, en la tv, en la tableta, en la revista de
corazón.
Facilitan la comunicación:
Evitar las
discusiones innecesarias.
Poner buena
cara. Es el semáforo.
Compartir
algo juntos. Una afición o una tarea.
Ser
flexibles con relación a los planes.
La
sencillez. La humildad.
Rectificar. Perdonar y saber pedir perdón.
Aceptar las
limitaciones propias y las del cónyuge.
Mejorar el
sentido del humor. Reír.
Ser
sinceros. Transparentes.
Sugerir en
vez de mandar.
Con qué medio nos comunicamos
MEDIO ÉXITO
La palabra 7%
El tono y el volumen de la voz
26%
Los gestos 67%
La vida conyugal es un trabajo de artesanía, con el que hay
que intentar sorprender, agradar y atraer.
Los esposos, con mucho sentido común, serán capaces de
participar en los problemas del mundo y de las ideas.
Las situaciones en las que viven en los tiempos a los que
pertenecen, deben ser temas de sus
conversaciones.
Qué efectos produce una buena comunicación:
Tal vez el
más importante: el amor.
Nos
enamoramos porque hubo una época en la que nos comunicábamos mucho.
De vuestra
comunicación nació el amor.
La vida familiar es
larga. Aparecerán: Desencuentros,
discusiones. Fidelidad. Algunos
sinsabores. Y sucesos muy agradables y placenteros.
Después de un enfado. Buscar la reconciliación. Lograr la
reconstrucción de la amistad mediante el diálogo. Lo peor que puede ocurrir es
que haya una ruptura en el diálogo sereno.
Ideas finales. Saber celebrar lo pequeño. No
machacarse uno al otro. Acomodarse a las carencias que él o ella tenga.
Compartir lo bueno que todos tenemos. Evitar los numeritos en público. Y saber
que ver las cosas de modo distinto no es desunión, es complementaridad.
Agradecer los detalles, no cargar las tintas con las limitaciones del otro. Ayudarle a
mejorar.
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