lunes, 12 de junio de 2017

RENOVACIÓN: MATRIMONIO Y FAMILIA


La educación del niño, del adolescente y del joven  en el contexto de una educación en libertad, es muy conveniente que cuente con la presencia de Dios en sus vidas. Como ya dije, procuraré semana tras semana ofrecer materias a los padres, educadores y chicos con temas que posibiliten este tipo de educación. Y parece lógico y normal, que al comenzar sea el Matrimonio y la familia el primer punto a tratar.

Dios ha querido el matrimonio.
Él es su fundador. A todo matrimonio le entrega una doble misión: al amor mutuo en el estado conyugal y la generación del ser humano, que es la asociación de los esposos a la obra creadora de Dios. El Creador concede a los esposos, las gracias de estado para cumplir esta doble misión.

Matrimonio y santidad.
Dijo S. Juan Pablo II: “Todos, incluidos los cónyuges, están llamados a la santidad, vocación que puede exigir también el heroísmo” (17-9-83). ¿Qué pide esta frase? Pide:
- Vivir con el heroísmo de la fe, tener confianza en Dios, porque unos pueden ser los planes de Dios y otros los nuestros.
- Vivir con esperanza: los dos santos más grandes del cielo son un matrimonio: Santa María y San José.

El amor conyugal.
El amor es expansivo, difusivo y comunicativo. Esas características incrementan la calidad del amor entre los enamorados y entre ellos y su entorno. El amor difusivo a menudo exige sacrificios. Se consigue con el olvido de sí mismo. Olvidarse de los propios intereses y satisfacciones, que por otra parte, nos pueden hacer un perfecto infeliz y desgraciado, para darse al otro. Esto supone que una vez celebrado el matrimonio, el más importante oficio del hombre es la atención a su esposa, y el más importante oficio de la esposa, la atención al marido.
El amor conyugal es el patrimonio más precioso del matrimonio.
El amor conyugal pide un proyecto familiar y matrimonial atrayente, que enamore e ilusione.
Amor conyugal es también sobrenaturalizar la vida ordinaria del hogar: relaciones, esfuerzo por sacar adelante a la familia, el cuidado y atención a los hijos, las tareas del hogar ...

Conservación del amor.
Enamorarse es relativamente fácil, pero mantenerse enamorado depende de un trabajo laborioso, de un esfuerzo para que los sentimientos no se apaguen. ¿Cómo lograrlo? Dándole gran importancia a los detalles pequeños. En la relación conyugal, el descuido de las cosas pequeñas es la ruina del amor. ¿Qué destruye el amor? El egoísmo, el consumismo materialista y la ola de sensualidad que desde revistas, cierta literatura, programas de TV y el cine, han convertido a algunos hombres y mujeres en unos ansiosos de búsqueda de placer a cualquier precio.

 La unión amorosa origina la fecundidad.
El ser vivo más simple es la célula. Se reproduce por fisión, división. Crecen, se multiplican y el proceso se repite una y otra vez.
Al planear la raza humana, Dios pudo haber elegido que se propagara de forma parecida. El hombre podría crecer más y más, hasta formar un duplicado y en ese momento dividirse. Pero Dios no lo quiso así e hizo a los seres humanos varones y hembras y les dio el poder de producir nuevas vida en unión con Él.
Unión que para los católicos es sacramento. La grandeza de esa unión está confirmada por el propio Jesucristo que eleva el matrimonio a sacramento. La unión conyugal de alta calidad evita el resentimiento y fomenta el agradecimiento.

Modelos conyugales. Según se puede ver en El amor inteligente, de Enrique Rojas:
Modelo físico-material. El centro de la vida es lo sexual y práctico. Sus dos valores fundamentales son el sexo y el dinero. No respetan las leyes de la naturaleza. Produce un gran vacío. Es un amor enfermizo pendiente de lo superficial…
Modelo light. Es el de las parejas que viven con un alto componente de hedonismo, consumismo y permisividad. Asientan sus vidas sobre lo liviano y superficial. El casamiento y la ruptura carecen de gran importancia entre ellos. Nada es grave. Lo único importante es consumir, disfrutar, pasarlo bien y sortear los sufrimientos. En las parejas light no hay convicciones firmes. Sus puntos de atracción son el dinero, el poder, el éxito, el triunfo y el sexo. Se da la espalda a Dios.
Modelo con dos profesionales fuera de casa. Es un modelo que funciona bien si el hombre ayuda a la mujer y no la sobrecarga de tareas. Es necesaria la distribución de trabajos, gran capacidad de diálogo y tiempo libre para los cónyuges. También hay que cuidar que la vida profesional no inunde “lo familiar”.
Modelo integrado. En este modelo, marido y mujer buscan la cohesión interior. Viven y participan en todo lo que afecta a la vida de los dos. Se respetan las leyes de la naturaleza, se procura la procreación y se tiene en cuenta la dimensión personal del amor. Están persuadidos de la doble misión de su matrimonio: amor mutuo y generación de seres humanos. Misión sagrada que se apoya en el sacrificio gustoso por un gran amor personal. Le dan un importante sentido a la amistad con Jesucristo.

Educación de los hijos.
Por ser el padre principio de generación, es así mismo principio de educación de sus hijos (Sto. Tomás).
¿Cuándo comienza la educación del hijo? En la gestación. Los hábitos de los padres, influyen en el hijo. Los hijos no buscarán normas (se las daremos porque es bueno que las tengan), pero ellos buscarán siempre la encarnación de esas normas en un modelo.
Ir favoreciendo la búsqueda de lo que S. Juan Pablo II llama lo más profundamente humano:
- La búsqueda de la verdad.                                      - La insaciable necesidad del bien.
- El hambre de la libertad.                                          - La nostalgia de lo bello
- La voz de la conciencia. (Redemptor Hominis, nº 18).
La formación integral de una persona requiere tiempo, dedicación, cariño.  El ejemplo de los padres es vital.  Dos aspectos importantes: formar la conciencia de los hijos y educarles en la fe.

Familia y evangelización.
Somos corresponsables con el Papa y los obispos de la mejora de la Iglesia y de la sociedad.
La familia cristiana no puede estar nunca al margen del mundo, si no en medio de la vida diaria y del tiempo que nos toca vivir.
Ahí se edifica y desde ahí se participa, construyendo un mundo mejor. Somos, tenemos que ser, libro de ejemplo para otras muchas familias.
Porque una familia que transmite valores de categoría, crea una fuerza transformadora en la sociedad.
En fin, todo se resume en palabras de Juan Pablo II en que “el hombre tiene que esforzarse para llegar a ser un don para los demás”.
Y ¿quién nos ayudará? La Familia de Nazaret. Las gracias de estado, los sacramentos y las convicciones profundas y firmes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario