Estudiábamos Filosofía y Letras en el Complutense y en el
ambiente social y estudiantil, se intuía una próxima llegada de la democracia.
Así que un día, uno de nosotros se atrevió a preguntar al profesor de
Filosofía: ¿Qué ventajas tiene la democracia sobre un régimen autoritario o
dictatorial?
Respuestas del profesor: Para ir de Madrid a León hay dos
opciones. Una es ir por la carretera nacional con un carril de ida y otro de
vuelta o tomar el tren diario que hace ese recorrido. La otra opción, es ir por
la citada carretera nacional, o por una autovía con dos carriles de ida y otros
dos de vuelta, o por una autopista de peaje también con dos carriles de ida y
otros dos de vuelta, o bien por unos de los seis trenes diarios que hacen el
trayecto Madrid-León. La primera es
imagen de régimen autoritario, la segunda de una democracia. La cuestión está
en que la segunda es más cara.
Hasta aquí la intervención del profesor.
Llevando esta analogía a la educación, resulta que la
educación en democracia es ofrecer opciones diversas con la posibilidad de que
el usuario elija libremente la que más le convenga o interese y siempre
con el mismo coste para él. Y si el usuario es un niño, y por ello, sin la
facultad de madurez para elegir, quienes eligen por él son sus padres, que
desde luego también lo harán libremente.
Y si hubiese algún director o autoridad que no entiende que
la democracia son opciones diversas y distintas para que el usuario pueda
elegir, la empresa de tal directivo/a, no debería tardar más de sesenta
segundos para invitarle a que solicite la baja laboral por una visión ramplona
e incoherente de la realidad.
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