Anne-Laure Debaecker entrevista en Valeurs Actuelles a Christian
Flavigny, psiquiatra infantil del Hospital Pitié-Salpêtrière de París, a
propósito del anuncio del gobierno francés en junio de 2019, sobre una
ampliación de la reproducción asistida. Expone Flavigny lo siguiente:
“Privar a un niño de padre o madre daña su desarrollo
psicoafectivo, cuestión que ocurre cuando se desprecian las necesidades
psíquicas y sociales fundamentales del niño. Él insiste a través de su experiencia como
psiquiatra. Habría que permitir que el niño formara parte de un vínculo
familiar coherente.
Yo no discrimino a nadie, añade, y estoy abierto a la
diversidad en los modos de crear una familia; pero lo que hay en juego es la
integración del niño. Si un niño es criado por dos personas del mismo sexo, no
es en el mejor interés del niño hacerle creer que el compañero o compañera del
mismo sexo es un segundo progenitor, imponiéndole así la idea irrealizable de
que la concepción es posible entre dos personas del mismo sexo. Esto es
engañarle sobre su comprensión exacta de cómo llegó a la familia.
La esencia del proceso de procreación es el carácter
incompleto de ambos sexos: el hombre y la mujer sólo pueden ser padres gracias
a su encuentro mutuo. No existen "parejas heterosexuales" dotadas de
un potencial procreador que les faltaría a las "parejas
homosexuales". Lo que hay son hombres y mujeres que se unen, y a través de
esta unión transmiten el proceso de procreación heredado de sus padres y de sus
abuelos. Lo que se está haciendo es restar importancia al hecho, fundamental
para el equilibrio psicoafectivo del niño, de que su origen procede de la
relación basada en la concepción entre un hombre que es su padre y una mujer que
es su madre. Priorizamos la "fabricación del niño" sobre la
procreación del niño.
Por la psicología femenina, la mujer tiene la capacidad de
devolverle a su hijo su propia mirada interior respecto a sí mismo, vinculada
sobre todo a lo que ella vive durante el embarazo. El padre queda fuera del dúo
madre-hijo y ésa es su función, ya que él permitirá a su hijo alejarse del
vínculo maternal que, ciertamente, es fundamental, pero que también conlleva
cierta problemática, el exceso de unión. Sólo un hombre puede desempeñar la
función paternal, adquirida en la relación con su propio padre.
-La eliminación del padre socava el referente de autoridad,
principio que libera al niño del control materno. La consecuencia social es
inevitable, y ya podemos verla en los casos de radicalización, en los que los
jóvenes, que sabemos que carecen de vínculo paterno, a falta de dicho referente
que les defina, lo buscan y lo encuentran en alguien lo más autoritario,
caricaturesco y bárbaro posible. Al socavar la figura paterna, estamos privando
a los jóvenes de un punto de referencia coherente”.
¡Feliz verano 2019!
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