viernes, 9 de marzo de 2018

ACTITUDES DEL PROFESOR



ACTITUDES DEL PROFESOR DE PRIMARIA EN EL AULA.

1.      El comienzo y el final de las clases.


 El profesor da ejemplo de puntualidad al comenzar y al terminar la clase.

 Exige que estén en silencio, con el material de la asignatura preparado y correctamente colocados en su sitio.

 Pone puntos a los alumnos destacados en conducta.

 A ser posible, enuncia al principio qué actividades va a desarrollar durante la sesión: corrección de tareas, explicación, ejercicios en el cuaderno, lectura, etc. En ese momento se inicia la motivación ilusionante de los alumnos, algo que siempre debe preparar el profesor antes de entrar a dar clase.

 Utiliza los cinco últimos minutos para cumplir encargos y preparar el material de la sesión siguiente.


2.      El desarrollo de la clase: La explicación del profesor.

2.1.   El profesor buscará siempre en sus explicaciones la claridad, la sencillez y el orden para facilitar a los alumnos el correcto aprendizaje de los conocimientos. Las explicaciones del profesor son más asequibles y eficaces si estimula la participación de los alumnos.
2.2.   En los primeros años no debe sobrepasar los siete minutos ya que es difícil mantener la atención de los niños durante más tiempo: en 5º y en 6º, desde el primer trimestre, pueden ser ya períodos de 15 min. , pasado ese tiempo conviene alternarlas con técnicas motivadoras y con técnicas de aprendizaje algunas de las cuales se detallan a continuación:


 Actividades manuales: dibujar, recortar, colorear, etc.
 Lecturas silenciosas y dirigidas.

Elaboración de mapas, esquemas, cuadros sinópticos, mapas conceptuales, etc.

 Salidas a la pizarra con el objetivo de estimular al alumno y darle confianza en sí mismo.
           
3.      El desarrollo de la clase: el trabajo individual de los alumnos.

3.1.   Antes de que inicien un trabajo en el cuaderno, recordarles que tiene que ser un trabajo de mucha calidad: fecha, márgenes, limpieza, orden y completo en el tiempo que se ha marcado.
3.2.   Mientras trabajan los alumnos el profesor puede pasear entre las mesas, animando, corrigiendo, aclarando, proponiendo puntos de mejora.
3.3.   En ocasiones, con los más pequeños, aprovechará para llamar a los alumnos a su mesa y leerá personalmente con ellos, uno a uno.
3.4.   Cuando el trabajo de los alumnos suponga tomar al dictado lo que les va diciendo el profesor, si no son ejercicios de habilidad ortográfica, convendrá facilitarles la ortografía y la puntuación, sea la asignatura que sea; el recordar con frecuencia esas normas y leyes, permitirá que las retengan de manera progresiva con una mayor facilidad. Además, la velocidad de dictado ha de ser la justa para que no “maltraten” la caligrafía, algo muy importante sobre todo en los cursos superiores.
3.5.   No olvidar poner positivos a los que trabajan con interés, y a veces negativo a los que habitualmente no trabajan.
3.6.   Nunca deben proponerse muchos ejercicios a la vez en la pizarra. Siempre hay que corregirlos y luego comprobar que han copiado bien en el cuaderno la resolución y los resultados.


4.      Tres cosas que no podemos olvidar.

4.1.   Los elogios, en público; las rectificaciones, de manera individual.
4.2.   Siempre llamar a los alumnos por su nombre y no por el apellido y no permitir que los compañeros lo hagan de otra manera.
4.3.   Los gritos a los alumnos no son educativos y además, les bloquean. El profesor debe dar ejemplo de serenidad, buenos modos y educación.



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