Fracaso de la política
de la promoción del anticonceptivo entre los adolescentes. Un macro-estudio
destroza los programas de educación sexual actuales implantados en los colegios.
Si hay un aspecto que se está imponiendo por igual por todo
el mundo, ya sea en Europa, América Latina o África son los llamados “programas
de educación sexual” y que en gran medida no son que otra cosa que un sistema
de adiestramiento de los niños en la ideología de género y en los anticonceptivos/aborto.
Eso sí, estos programas siempre aparecen disfrazados de un
aspecto educativo cuyo único y aparente objetivo es evitar los embarazos no
deseados y las enfermedades de transmisión sexual. Estas políticas no son sólo
apoyadas sino que son promovidas generalmente por organizaciones
supranacionales como Naciones Unidas, que en muchos casos supedita la ayuda
financiera a países pobres o en vías de desarrollo a la aplicación de estos
programas de adoctrinamiento.
Como ejemplo de la imposición de estos programas vale el
reciente informe de la Unesco, en el que pedía a la Asamblea General de la ONU
que impusiera programas de adoctrinamiento, en este caso LGTBI, en los colegios
de todo el mundo.
La realidad es que son decenas de miles los colegios que en
todos los continentes llevan aplicando años programas de educación sexual. Pero
hasta ahora nadie se había parado a analizar si realmente éstos son eficaces
para su cometido o son únicamente humo ideológico.
Esto es lo que ha realizado Cochrane, una red global de
investigadores del ámbito de la salud que realizan informes muy completos
generando así información destinada a que se tomen mejores decisiones en el
mundo de la Sanidad.
Una muestra amplia y
duradera en el tiempo.
El estudio de los expertos ha revisado los datos de más de
55.000 jóvenes de países como Inglaterra, Escocia, Sudáfrica, Chile, Kenia,
Tanzania, Zimbabwe o Malawi. Y han realizado un seguimiento que va desde el año
y medio hasta los siete años. Es decir, una muestra amplia y duradera en el tiempo.
La conclusión a la que llegan es devastadora para los
promotores de estos programas educativos: no reducen el número de embarazos ni
las enfermedades de transmisión sexual, es más, no tienen ningún efecto en los
jóvenes.
¿Los jóvenes están mejor informados? Sí, pero los jóvenes
también están recibiendo un bombardeo de mensajes de carácter sexual que anula
esta información. Todo vale, todo se permite, la clave es el deseo y el único
freno que se les ofrece es el preservativo. Y esta política se demuestra
claramente ineficaz.
En muchos centros parte de la educación sexual pasa por
clases prácticas de cómo utilizar los preservativos.
Sin efecto en los
jóvenes.
El autor principal del informe, el doctor Mason-Jones insiste
en que tal y como se diseñan estos programas actualmente “no tienen ningún
efecto sobre el número de jóvenes infectados con el VIH, otras infecciones de
transmisión sexual o el número de embarazos”.
En gran medida, los programas de educación sexual que se
instauran en los colegios tienen como objetivo “cambiar las actitudes, los
comportamientos y las normas sociales mediante la mejora del conocimiento y la
comprensión de los riesgos de la iniciación sexual temprana y la importancia de
los anticonceptivos y/o el uso del condón”.
Por ejemplo, uno de los programas sexuales de un colegio de
Reino Unido incluido en esta investigación afirma que pretende “mejorar las
competencias en la comunicación sexual, el uso del condón y el conocimiento del
embarazo, enfermedades de transmisión sexual, métodos anticonceptivos y
servicios de salud locales”.
Sin embargo, los resultados de este macro-estudio muestran
que los que están imponiendo estos programas en realidad no saben lo que en la
práctica funciona o no funciona. Están dando palos de ciego.
Estudios que ofrecen
resultados biológicos medibles.
Estudios anteriores se basaban en las conductas que los
propios jóvenes comunicaban, siendo muy propensos al sesgo por lo que eran muy
poco fiables. En este caso Cochrane sólo incluyó los estudios que ofrecen
resultados biológicos medibles en registros y una vez que eliminaron los
informes con alto riesgo de sesgo el resultado que hallaron fue el “nulo
efecto” de estas políticas en los jóvenes.
La experta en Bióetica y jefa de políticas públicas del Christian
Medical Fellowship (CMF) de Reino Unido, Phillipa Taylor, analiza el efecto que
debería tener en el futuro la aplicación
de los programas de educación sexual a tenor de los resultados de este estudio.
Phillipa Taylor ha analizado a fondo este informe.
Una fuerte llamada de
atención a las políticas de salud pública.
En primer lugar considera que estos datos deben ser una
fuerte llamada de atención a las políticas de salud pública centradas en los
jóvenes y la sexualidad para que empiecen a tener en cuenta la calidad de los
estudios en los que se basa para ésta prime sobre la ideología.
En segundo lugar, Taylor apoya que existan programas de
educación sexual en las escuelas pero considera que son mucho más eficaces en
la educación secundaria. Eso sí, que haya programas pero con un enfoque
distinto.
El tercer punto llama a reflexionar a los responsables de los
planes nacionales que promueven el sexo y las relaciones sexuales a los jóvenes
en las escuelas para que reconsideren su posición tras analizar los resultados
de este informe.
Los tres falsos
supuestos de estos programas.
Philippa Taylor avisa no estar sorprendida con este estudio
pues “las estrategias de salud sexual actuales para hacer frente a los
embarazados de adolescentes se basan principalmente en tres supuestos falsos:
que la anticoncepción es segura, que los jóvenes llegan a leerla y que la
abstinencia es imposible”.
Del informe sí se desprende otra conclusión importante, sobre
todo para los países pobres y en vías de desarrollo, y que sí incide en una
reducción de los embarazos y los contagios. Se trata de la escolarización. En
algunos de estos países incentivos como un uniforme gratuito puede animar a los
estudiantes a permanecer en la escuela y esto sí que redujo en torno a una
cuarta parte las tasas de embarazo y la transmisión de enfermedades sexuales.
Publicado por Javier Lozano
en “Religión en Libertad” el 29 de noviembre de 2016.
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