lunes, 11 de julio de 2016

LA EXCELENCIA EN LA EDUCACIÓN

EN BUSCA DE LA EXCELENCIA. UN NUEVO LIBRO.
Es numeroso, muy numeroso,  el grupo de seres humanos que en distintas épocas de la historia, lograron la excelencia: Aristóteles, Cicerón, Cervantes, Shakespeare, Mozart, Goya, Beethoven, Einstein…Y muchos padres y profesores que con sacrificios, afectos, entrega y exigencias, también han estado a tan alto nivel.
Merece la pena que reflexionemos e investigamos en torno a la excelencia. En nuestra caso, naturalmente, sobre la excelencia en la educación. Lograr la excelencia en las familias, en los centros educativos, en nuestros propios chicos será haber logrado un altísimo avance en el rendimiento escolar, en la educación de los chavales y en consolidar un ambiente de mayor paz en numerosísimas familias. Me viene a la cabeza una admirable y acertadísima frase de Henri Rambaud que dice: “Lo excelente es menos dificultoso que lo mediocre”. Naturalmente, nuestro propósito es lograrlo.
            Buscaremos la excelencia en el planteamiento educativo familiar, en la identificación de ambos padres en la misma empresa; en los profesores, en las programaciones didácticas, en las clases,  en las tareas escolares y extraescolares, en el aprendizaje, en los métodos  de enseñanza, en la atención a la diversidad, en la motivación y en toda la actividad docente y educativa.
            En la educación y en la enseñanza, todo progreso en la excelencia es una dichosa ventura. Es un avance que irá acompañado del amor por la educación, por la formación del carácter y por unas asignaturas.
            Este es el objetivo de este libro. A tal empresa se dedican las páginas que tratan sobre la formación del carácter, el estudio y la vida emocional y afectiva y la vida escolar y académica.  Gracias al empeño por la excelencia, la humanidad debe muchísimo a cientos de físicos, químicos, matemáticos, biólogos, ingenieros, literatos, médicos, filólogos… y por supuesto, a los estudiantes.
LA FORMACIÓN DE GRANDES PERSONAJES

SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL (1852-1934).
Premio Nobel de Medicina en 1906.

Su infancia transcurrió con poco interés por el estudio, que cambió notablemente cuando su padre (médico), comenzó a explicarle la anatomía, disciplina que le fascinó, y a la que se aplicó con gran interés.


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