viernes, 5 de junio de 2020

LA BODA DE CANÁ


LA BODA DE CANÁ.                                                                     Pensamiento 6

Allí está María que, conociendo una necesidad, “acude a Jesús en favor de los hombres: no tienen vino”, le dice[1]. Siempre actúa así la Virgen: percibe una necesidad y allí está ella, solícita y servicial. Luego, María dispondrá el corazón de los hombres a la acción del Señor”[2]: “Haced lo que Él os diga”[3].  A esto se reduce la vida cristiana: a hacer lo que Él nos diga, ni más ni menos. Y así actuó como medianera de nuestras necesidades.

En este episodio, María pone en relación, a Jesús con los hombres y a los hombres con Jesús. En las últimas apariciones de la Virgen: Guadalupe, Lourdes, Fátima, su cometido fue semejante: unir los hombres con Jesús. Si unimos nuestra oración a la de la Virgen, todo saldrá bien, muy bien.

La presencia de Jesús en esta boda tiene un significado de salvación. De la misma manera que Jesús puede convertir el agua en vino, puede convertir un corazón duro, despiadado, alejado, en un corazón bueno. Un corazón bueno es el que el Señor anuncia con las Bienaventuranzas. El Señor puede convertir las almas que le escuchan, que estén abiertas a su Palabra, que tenga un poco de buena voluntad, que deseen y busquen la verdadera felicidad.

Si tu caso es que deseas que el Señor te conceda un adelantamiento en la plenitud de la vida cristiana, acude al Señor. Te escuchará y te atenderá.

Aquellas tinajas de agua fueron llenadas de vino, de un buen vino, gracias la palabra de Jesús. ¿Por qué no pedirle que llene nuestro corazón de su misericordia y de su eterna presencia? ¿Por qué no ser más fiel a su voluntad?
La presencia del Señor en la boda de Caná es el anuncio y bendición del amor humano.





[1] Jn., 2, 3
[2] Luis Mª Mendizábal. Los misterios de la vida de Cristo. BAC. Página 121
[3] Jn. 2, 5

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