Aquel niño recorría la larga playa al amanecer, y recogiendo
estrellas de la arena, las iba arrojando al océano.
Se le acercó un señor y le dijo: ¿Qué haces?
- Arrojar las estrellas al agua, respondió el chico. Si
permanecen en la arena, cuando el Sol abrase más las matará.
-Pero te das cuenta de
los miles de estrellas que hay en esta larguísima playa. Añadió el
señor.
Es imposible que soluciones el problema. Al final ¿qué
diferencia tendrá tu esfuerzo? Continuó aquel.
¡Claro que lo hay! Afirmó el chico.
El niño, tomó una estrella, la arrojó al mar y respondió:
-Para esta, sí hay diferencia.
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