¿Quién ha dicho que no se pueda ser santo e ir de copas?
El padre José Pedro Manglano, ha querido dirigirse a los
jóvenes en su libro Santos de Copas en el que enseña que una vida cristiana es
posible sin salir del mundo.
1.- La aceptación
Hay que vaciar la voluntad; dice, no hacer las cosas que yo
quiera, como yo quiera, sino aceptarlas tal como son, pues es Dios mismo quien
así las quiere. De esta forma, dice Manglano, se alcanza la verdadera
mortificación, que no consiste en “meterse piedras en los zapatos”, sino en “la
aceptación de la voluntad de Dios”.
2.- La liberación
Es importante liberarse de hábitos y costumbres que atan.
Muchas veces, la gente dice “si no duermo siesta, no soy persona” o “si no me
tomo un café, no puedo funcionar”, y para justificarse razonan con “falsa
humildad” que “son así”.
3.- La piedad
Rezar; rezar es educarse, porque en cada ejercicio de oración
la gente se abre a nuevos puntos de vista, a la iluminación. Así, cuando se va
a misa o se lee el evangelio hay que ir con actitud de vaciarse de la propia
palabra para “llenarse de la suya”. Lo que tiene que importar es lo que Dios
hace con cada uno en estos ratos, no si se hace “bien o mal”.
4.- La humildad
El ejercicio de la humildad consiste en saber cuál es la
posición de cada uno respecto a Dios. Se debe ser conscientes de que la
existencia es por y para Él. Por ello, como dice Manglano, “no juzgo la bondad
de Dios por lo que me pasa, sino que juzgo lo que me pasa a partir de la bondad
de Dios”. Eso es la humildad, es reconocer que “aunque a mí me ocurren cosas
malas, Él sigue siendo bueno”.
5.- Confiar.
Si la humildad es la posición respecto a lo que me rodea,
confiar es la acción que sigue. El ejercicio de confiar supone un “esfuerzo”
por el que “nos vaciamos de la confianza en nosotros mismos” y se aumenta la
confianza en Él.
6.- “Que me despellejen”, amar hasta las últimas
consecuencias
Vaciamiento y lucha es atender al prójimo en todo,
sacrificando las comodidades. Hay que decirle a los demás: “lo que necesites,
aquí lo tienes”.
7.- Desarrollar el espíritu, sin olvidar el cuerpo
Según Manglano, debemos “vaciarnos de las mil necesidades que
el cuerpo pretende imponernos”, rechazando así ciertos instintos “animales”
propios del ser humano. Sin embargo, esto no significa que se deba ignorar el
cuerpo material, que no es algo que “se tiene”, sino que “se es”.
8.- La interioridad
Es necesario cuidar la interioridad, tan ahogada con prisas y
miles de actividades. No hay que tener miedo a aburrirse o a estar
desconectado. Hay que disminuir el ruido exterior para poder “respirar”
interiormente.
9.- Vivir en la Iglesia
Vivir en comunidad exige un esfuerzo personal de vaciamiento.
Hay que “entregarse por aquellos con los que vivimos la fe”, ya sea, haciendo un
voluntariado o rezando por los demás. Para que este ejercicio sea completo, hay
que “vivir los sacramentos” no solo celebrarlos.
10.- La alegría
Como decía Santa Teresa de Calcuta, “un corazón alegre es el
resultado lógico de un corazón ardiente de amor”. ¡No hay que tener miedo de
amar hasta el extremo! Así se alcanza la plena alegría y el total vaciamiento,
al igual que Cristo en la cruz.
Publicado el 3 febrero 2017, en Religión en Libertad.
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