Rodolfo con trece años, es el segundo de una familia con cuatro hijos. Cursa segundo de Secundaria en el colegio International School de Salzburgo, ciudad en la que nació y en la que vive con toda su familia.
Aunque su ciudad tiene unos ciento cincuenta mil habitantes,
él se maneja muy bien casi por toda ella. Vive cerca de la plaza Residenzplatz
y se reúne con sus amigos en la plaza de la catedral o en la Mozartplatz.
En algunas ocasiones, sus padres lo llevan junto a algún otro
hermano, al palacio Mirabell a asistir a un concierto.
Con relación a sus estudios, Rodolfo es un chico laborioso y
tenaz. Es disciplinado en el colegio y dedica horas en su casa, preferentemente
por las tardes, en la preparación de temas de estudio o exámenes. Sin embargo,
sus calificaciones, sin suspender, no tienen una relación apropiada según el
tiempo, el esfuerzo y el trabajo que él le dedica. Pero esta contrariedad no le
afecta seriamente, él continua animosamente con sus trabajos y tareas.
Siempre fue un niño con no mucha destreza en motricidad.
Quizá por eso, a la hora de elegir un puesto en el equipo de fútbol en el que
juega con sus amigos, optó por el de portero. Y aunque no es un portento
parando balones, sus amigos le estiman y desde luego le mantienen como su único
e indiscutible portero.
La relación con sus padres y hermanos es excelente: es dócil,
entusiasta y positivo. Con todos se lleva bien. Le gusta servir en diversos
momentos de la vida familiar: preparación de la comida o de la merienda,
aceptar la sugerencia de otro sobre el programa para ver en la televisión. Es
un niño, ya un adolescente, que no crea problemas.
Sus padres le observaban. Su madre, mejor observadora, le
comentaba un día a su esposo: No sé si te has fijado en Rodolfo que, aunque no
destaca especialmente en estudios ni en deportes, sin embargo, él no se desanima
y a pesar de las frecuentes frustraciones que le llegan, continúa
perseverantemente en sus tareas. Pienso, continuaba hablando su madre, que
gracias ese espíritu que tiene de chico constante y positivo, se ha ido
confeccionando un carácter sólido. No hay más que observar lo bien que sabe
autodominarse.
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