viernes, 23 de agosto de 2024

EL PROGRESISMO


 Finalizada con éxito la Revolución Rusa en 1917, Lenin optó por extenderla en Occidente.

El alemán Münzenberg sería la figura clave en Alemania. Su lugarteniente, Otto Katz, también alemán, trabajaría con el mismo fin en Estados Unidos.

El método de infiltración del comunismo en la sociedad era casi siempre el mismo: se creaba un problema social prefabricado, totalmente opuesto al régimen del pías elegido; las autoridades locales rechazaban el problema y el efecto era siempre la creación de manifestaciones y revoluciones en contra de la legítima autoridad. En ese ambiente de violencia y revolución se sembraba la ideología marxista-comunista.

Toda rebeldía debía ser apoyada. Era la consigna que la Internacional Comunista, también conocida por el Kominter, daba en 1930.

El medio que utilizaba Münzenberg era el de los “agentes influyentes”: simpatizantes elegidos especialmente, entre escritores, periodistas y artistas.

Como muestra tenemos a Lillian Hellman, escritora y amante de Ralph Ingersoll que, a su vez, fue patrocinador de publicaciones prosoviéticas en Nueva York y editor del periódico estalinista P. M. Lillian guiaba a Ingersoll en la publicación. Otras celebridades literarias que convivieron con el comunismo y con el Frente Popular, fueron: Ernest Hemingway, Thedore Dreiser, E. M. Foster, André Malraux[1].

Stalin continuó con la misma idea: “Europa tragará todo”, decía el dictador.

El éxito estaba en conseguir un buen número de “simpatizantes” con la ideología.

La palabra clave de hoy es “progresismo”. El ambiente progresista utiliza un método muy parecido al creado por Münzenberg. Te arrimas al progresismo y tienes multitud de puertas abiertas.

No te acercas al progresismo: disponte a pasar hambre: de amistades, de buenos contactos, de medios y de publicaciones que te den espacio para tus artículos, etc.

En otro artículo tendré que analizar y expresar qué es el progresismo. Que por cierto nació con la invención de la rueda, del hacha, de la trampa para la caza de animales, del fuego…

Volveré otro día.



[1] Stephen Koch. El fin de la inocencia. Galaxia Gutenberg. Barcelona 2024.

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