lunes, 14 de enero de 2019

RAÍCES CRISTIANAS DE EUROPA

LOS PADRES DE EUROPA.


ROBERT SCHUMAN. (S. XX).  Político francés. Fue ministro de Finanzas, de Asuntos Exteriores y de Justicia.
El 9-5-1959 propuso la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.  Presentó la célebre “Declaración Schuman”.
Recibió desde la infancia una esmerada educación católica.
Creo la Confederación francesa de trabajadores cristianos.

KONRAD ADENAUER (S. XX). Canciller de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Creo el partido alemán: CDU.
Unido a Schuman en la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.

ALCIDE  DE  GASPERI.  (S. XX). Ministro de Asuntos Exteriores y Presidente del Consejo de Ministros de Italia.
Fundador de la Democracia Cristiana.
Igualmente unido a los dos anteriores en la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.
Está en curso su proceso de beatificación.

Los tres pusieron el germen de lo que hoy es la Comunidad Europea.

OTROS PADRES  DE EUROPA.

SAN BENITO DE NURSIA. (480-547.  S. V y VI).
Inició la vida monástica en Occidente. Fundó la Orden de Benedictinos. Es considerado patrón de Europa y patriarca del monacato Occidental. Escribió una “regla” para sus monjes que fue inspiración para los reglamentos de otras muchas instituciones.

SAN BONIFACIO. Nació hacia el 672 ó 673,  en una familia noble. Se educó en el monasterio de Exeter. Más adelante abrazó la vida monástica. Recibió una formación muy esmerada. Su gran amor fue las Sagradas Escrituras a las que consagró las mejores horas de su existencia.  Fue un gran predicador. Evangelizó Germania. Su fama se extendió por toda Germania y su nombre circuló ampliamente por todo el país. Escribió numerosas cartas.

ALGUNOS  PATRONOS DE EUROPA.

SAN BENITO DE NURSIA.                              S. V y VI,
SANTOS CIRILO Y METODIO.                       S. IX.
STA. CATALINA DE SIENA.                                    S. XIV.
STA. BRÍGIDA DE SUECIA.                                     S. XIV.
STA. TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ.    S. XX.

Las tres últimas, mujeres. Y es “muy significativo que las tres coinciden en vivir en momentos críticos de la historia de la Iglesia y que son capaces de interpelar a las autoridades civiles y religiosas. Por ejemplo Catalina de Siena se dirigía con fuerza a los eclesiásticos de todos los rangos para pedir la más rigurosa coherencia en su vida y en su ministerio pastoral. Impresiona el tono libre, vigoroso y tajante con el que amonestaba a sacerdotes, obispos y cardenales. Era preciso –decía- arrancar del jardín de la Iglesia las plantas podridas sustituyéndolas con plantas nuevas, frescas y fragantes”[1].

S. Juan Pablo II la declaró copatrona de Europa con “el deseo de que el Viejo Continente nunca olvide las raíces cristianas que son la base de su camino y siga afianzando en el Evangelio los valores fundamentales que aseguran la justicia y la concordia”.

Y sobre la última de las DOCTORAS afirma S. Juan Pablo II: Declarar hoy a Edith Stein (Sta. Teresa Benedicta de la Cruz) copatrona de Europa significa poner en el horizonte del viejo continente una bandera de respeto, de tolerancia y de acogida que invita a hombres y mujeres a comprenderse y a aceptarse, más allá de las diversidades étnicas, culturales y religiosas, para formar una sociedad verdaderamente fraterna”[2]

Muchos otros más (cientos o miles) han aportado suficientes ideas y testimonios en la formación de una Europa cristiana. Un ejemplo más:

S. Isidoro (S. VI y VII). Fue el alma de los Concilios de Toledo. Está considerado como el hombre más culto de su tiempo.

RAÍCES CRISTIANAS DE EUROPA.

España  se hizo plenamente cristiana en el siglo VI con el visigodo Recaredo. Aunque ya anteriormente, la población lo era.
Camino semejante sucedió en Francia, Italia, etc.
Polonia se hizo cristiana en el 966. Hungría, en el 972. Kiev en el 988.

Palabras de S. Juan Pablo II: “Quiero proponer a todos, para que nunca se olvide, el gran signo de esperanza constituido por los numerosos testigos  de la fe cristiana que ha habido en el último siglo, tanto en el Este como en el Oeste. Ellos han sabido vivir el Evangelio en situaciones de hostilidad y persecución, frecuentemente hasta el testimonio supremo de la sangre.

El  profesor Albert Viciano, doctor en Teología y en Filología Clásica y Catedrático de la Universidad de Murcia pone el acento en el carácter aglutinante del cristianismo que está en la base de la conciencia europea. Europa nace, según su tesis, gracias a la labor de inculturación del Evangelio llevada a cabo por los intelectuales cristianos de los últimos siglos de la Edad Antigua, conocidos como “Padres de la Iglesia”.

De hecho, en el proceso de construcción europea, el pensamiento personalista, de inspiración cristiana, ha sido determinante tanto a nivel filosófico como a nivel de acción política. Que la raíz cristiana de Europa es una realidad podemos comprobarla en la misma actualidad.

Efectivamente a principio de mayo de 2011 el parlamento húngaro ha aprobado una nueva Constitución cuyos ejes son el reconocimiento de las raíces tradicionales –esencialmente cristianas- del país: la defensa del matrimonio, la de la libertad educativa y de la vida. El texto constitucional fe aprobado por 262 votos a favor, 44 en contra, una abstención y 78 legisladores que se negaron  a participar.

Estamos orgullosos de que nuestro rey Esteban, santo patrón de Hungría desde hace mil años, haya fundado nuestra patria sobre sólidos cimientos incorporándola a la Europa cristiana”, dice la Constitución.

Y continúa afirmando:

-“Reconocemos el papel de la cristiandad en la pervivencia de la nación”.
- “Consideramos que la familia y la nación constituyen el marco principal de nuestra convivencia y que nuestros valores fundamentales son la fidelidad, la fe y el amor”.

 EL RESURGIR DE EUROPA.

Benedicto XVI el 6-11-2010 en la plaza del Obradorio. Santiago de Compostela: “Es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa; que esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano… Es necesario que la percibamos así en la vida de cada día, en el silencio del trabajo, en el amor fraterno y en las dificultades que los años traen consigo. Europa ha de abrirse a Dios, salir en su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones”.

“La Europa de la ciencia y de la tecnología, la Europa de la civilización y de la cultura, tiene que ser a la vez la Europa abierta a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes, al Dios vivo y verdadero desde el hombre vivo y verdadero. Esto es lo que la Iglesia desea aportar a Europa: velar por Dios y velar por el hombre”.

TENEMOS CREER EN LO QUE HACEMOS.

Schuman, Adenauer, De Gasperi, ¿imaginaban adónde se iba a llegar en la construcción de Europa?

Pocas veces sabemos cómo terminan las cosas.

Desde nuestra actividad (la enseñanza, el estudio, la labor profesional que tengamos) tenemos que tener confianza en que con nuestro trabajo bien hecho, estamos construyendo un mundo mejor, una civilización mejor.

Hoy para dar sentido cristiano a la sociedad, es preciso formación y sentido de responsabilidad. Los valores cristianos hay que difundirlos y defenderlos en la familia, en el trabajo, en la comunidad de vecinos, en las organizaciones sociales, en los deportes y el ocio.
Tenemos que sabernos comprometidos en la construcción de un mundo mejor, el nuestro, el de nuestro ambiente. La mejor respuesta es vivir con plenitud nuestra vocación de cristianos. Nada de pasividad. Tenemos que aportar iniciativas e ir contracorriente cuando sea necesario. Desde una mentalidad, la de ser positivos, trataremos de ahogar  el mal con la abundancia del bien, idea que además nos empeñaremos en contagiar a otros, para que también ellos, arrimando el hombro, logremos un sentido cristiano de la vida. Sin miedos, sin timideces. Mucha gente desea esa mejora en los valores y en las costumbres.



[1] Emilia Bea. Karol Wojtyla y las raíces de Europa. Comunicación en la II Jornadas de la Asociación Española de Personalismo. 16-18 de febrero de 2006.
[2] Juan Pablo II. Homilía de la misa de canonización de Teresa Benedicta de la Cruz.

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