lunes, 7 de enero de 2019

QUE NO NOS ROBEN LA LIBERTAD



Al finalizar la Segunda  Guerra Mundial, un fabricante de Stuttgart recibió una carta de un desconocido. Decía: “Tras uno de los ataques aéreos de la última guerra, me permití sustraer varias herramientas de su fábrica en ruinas. Como mi conciencia no me deja en paz, deseo restituirle el doble del valor sustraído. Le adjunto 300 marcos”.

“Un  chico de 5º curso de Primaria había roto un cristal jugando al fútbol. Todos los jugadores salieron volando y desaparecieron por encanto. A causa de su mala conciencia, evitaron ulteriormente volver al lugar del suceso. Al cabo de una semana se presentó el chico culpable y pagó el cristal. Al hacerlo, manifestó: Este asunto no me ha dejado en paz durante todo el tiempo. Ahora vuelvo a tener por fin buena conciencia. El muchacho concibió, asimismo, el propósito de nunca más escapar, cuando hiciera alguna trastada, sino hacer frente a la situación y responder personalmente”[1] .

Un tercer y último caso: Un  chico de nueve años copia las operaciones  matemáticas que su profesor ha puesto en la pizarra.  Muy pocos minutos después, guarda el cuaderno, saca un libro de lectura y se pone a leer. El profesor observa que es uno de los primeros de la clase que ha finalizado el trabajo, le pregunta y el chico responde que ha concluido con las operaciones. Minutos después, vuelve a guardar el libro, nuevamente coge el cuaderno de matemáticas y continúa con las operaciones.  El profesor se le acerca y se interesa qué ocurre. El niño le dice: Las hice mal. Puse los resultados a “voleo” pero no me he quedado tranquilo con lo que había hecho y ahora las estoy haciendo bien.

Ahí tenemos unas breves historias que finalizan bien porque los personajes han llegado a tener un conocimiento exacto de las cosas y reaccionan modificando sus conductas. Es decir han sido bien educados por sus padres, profesores, políticos, periodistas… por la sociedad.
La pregunta siguiente puede ser: ¿Se educa hoy procurando que las personas (niños, jóvenes, adultos) lleguen a tener un conocimiento exacto de las cosas? ¿No es verdad que desde ambientes muy diversos: periodismo, enseñanza, políticos, asociaciones,… se manipula la realidad por falta de conocimiento, por pereza, por adhesión inquebrantable a una ideología inmadura, por… y gran parte de la población vive en el error y en la mentira?

La consecuencia más grave es que carecer del conocimiento exacto de las cosas, que es lo mismo que carecer de la verdad, es una pérdida de libertad.
Un sencillo ejemplo: llevamos cuarenta años en los que las autoridades que hemos tenido, no han sido capaces de elaborar una Ley de Educación que valga para el ser humano y por lo tanto que valdría para todos.
Y sin embargo, el ser humano ha nacido en libertad y para la libertad. Esa es la verdad.
Si pasamos a examinar algunas de nuestras conductas o de nuestros ocios, continuamos encontrándonos con lo mismo: manipulación, manipulación. ¿O no es eso lo que  proporcionan bastantes videojuegos, por ejemplo?
Los que ahora me leéis, ¿qué hacer para recobrar esa libertad de la que tanto se habla y que para darnos tantos bienes nos retiran, con lo cual resulta que uno de nuestros mejores bienes nos está desapareciendo? ¡Haz, algo, por favor! Escribe, protesta, habla, estudia, lee para conseguir mejores argumentos que te lleven a luchar por la conquista de tu libertad, de mi libertad.



[1] Otto Dúrr. Educación en la libertad. Editorial Rialp. Página 101.


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