Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es
cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas
cosas nuevas que eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto
tantas cosas viejas que eran genuinas. Empezamos por considerar todo lo
convencional, todo lo tradicional, como algo falso y sin significado. Luego, una
convención tras otra, una tradición tras otra, empiezan a explicarse, a
palpitar con latido de vida bajo nuestra mano. Creíamos que estas cosas estaban
pegadas, simplemente, a la vida: descubrimos que estaban enraizadas en ella. Considerábamos
que era sólo una norma tediosa aquella de quitarse el sombrero ante una dama en
la calle: descubrimos que es el pulso de la hidalguía y el esplendor de
Occidente. Nuestra ardiente juventud cree que las cosas están muertas, y la
madurez más seria descubre que viven.
Gilbert Keith Chesterton.
Los libros y la locura y otros ensayos. Página 58.
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