Transmiten:
Muchas cosas. Unos padres filatélicos contagian y tienen
hijos filatélicos. Unos padres deportistas, transmiten amor por la práctica del
deporte. Unos padres amigos del “voluntariado”, obtienen hijos amantes del “voluntariado”.
Unos padres unidos a los ejercicios del gimnasio tienen hijos que pisan frecuentemente
el gimnasio. Unos padres lectores, amigos de los libros, gozan comprobando que
sus hijos también poseen esa misma afición… Y así sucesivamente…
Unos padres conversadores, dialogantes y templados, tienen
hijos dialogantes y pacíficos. Unos padres violentos, comprobarán como la violencia
crece y se desarrolla en sus hijos. Unos padres esforzados y peleones en
conseguir cuestiones beneficiosas, tienen hijos constantes y peleones…
Unos padres religiosos, con fe práctica, hijos religiosos y
con fe. Unos padres comprensivos, hijos comprensivos.
Ciertamente, la motivación no da una consecuencia de
efectividad al cien por cien. Y menos aún en los aspectos cualitativos. Pero en
general, el padre que ama el ajedrez tiene hijos que aman el ajedrez. Y padres que
aman a Jesucristo, hijos que aman a Jesucristo.
Esto es lo que sociológicamente se comprueba. Esto es lo que
ocurre. Conocer esta regla no matemática, pero sí sociológica, puede ayudar a
impartir el tipo de educación que queremos para ellos.
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