Jesús les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se
lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el
que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.» Y los abrazaba
y los bendecía imponiéndoles las manos. Marcos 10,13-16.
Por su parte, Sta. Teresa del Niño Jesús escribe a su
hermana: “Lo que agrada al Señor es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la
esperanza ciega que tengo en su misericordia… Este es mi único tesoro”. (Carta
197). Y muy próximo su fallecimiento, con 24 años de edad, decía: “Dios
quiere que me abandone como un niño que no se preocupa de lo que harán con él”
(Últimas conversaciones 15, 6, 1).
Los niños dueños de un gran poder: de ellos es el reino de
Dios. Sta. Teresita lo comprendió muy bien y siempre quiso ser una niña. El
poder de los niños es el de ser muy amados y escuchados por Jesús.
Ahora, en estos días en los que nos azota la pandemia de un
virus enloquecido, tenemos que pedirle a los niños que utilicen su gran poder:
¡Niños, rezad pidiendo a Jesús la curación de los enfermos de la pandemia y que
se detenga el virus!
Ellos lo comprenden muy bien porque también sufren: no pueden
estar con sus amigos, soportan el encerramiento, no pueden jugar con sus amigos,
los torneos deportivos en los que participaban se han anulado o aplazado.
Es el momento de motivar a los niños para que utilicen su
gran poder: Jesús siempre les escucha.
Animar a los niños a que recen todos los días un avemaría, un
padrenuestro, un ¡Oh Señora mía…! Un ratito de oración pidiendo el final de la
pandemia y la sanación de los enfermos.
Este es el gran momento de los niños.
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