Cuando miro lo mucho y excelente que nuestros antepasados nos
han dejado, me entran escalofríos. Me refiero al amplio y excelso trabajo de
escritores, pintores, músicos, arquitectos y escultores.
Ponerse delante de la Meninas o del Entierro del conde Orgaz,
o de la Creación de Miguel Ángel… ¿no te produce un gran gozo? A mí sí.
Visitar el Partenón de Atenas, el Coliseo de Roma, Las
catedrales de Colonia y Toledo. Admirar las vidrieras de la catedral de León o
el Monasterio de El Escorial, me produce un agradable agradecimiento.
Visitar Florencia y detenerse ante el David. Hacer lo mismo
en la Galería Borghese ante la majestad de las obras de Bernini. Acercarse a San
Petersburgo y permanecer horas ante la obra de Rembrandt, ¿no es verdad que las
horas se convierte en minutos?
Reencontrarse con Sófocles, con Shakespeare, Ovidio, Lope de
Vega, Calderón, Cervantes y Gerardo Diego, ¿no es como transportarse a otro
mundo?
La herencia que hemos recibido es de un valor inmenso. Todo
fue obra de antepasados inteligentes, trabajadores, creativos y con una férrea
voluntad.
Les llegaron luces, se encendieron sus corazones y sus ojos,
junto a sus manos hicieron el resto.
Si has escuchado el Réquiem de Mozart, alguna o varias de las
sinfonías de Beethoven, la quinta de Piotr Ilich Chaikovski, el Concierto de
Aranjuez o las diversas sinfonías de Schubert, te habrás dado cuenta que entre
todos han contribuido notablemente a llenar el mundo de belleza.
Mi respuesta a tanta hermosura, a la que también te invito,
es de agradecimiento y de un determinado deseo de profundizar más y mejor en
tan sublimes creaciones, sean del orden que sean.
En este ajetreado siglo XXI, vale la pena mirar con sosiego
tanto esplendor como nuestros antepasados nos han dejado para el disfrute y
cultivo del alma. Y quien tenga posibilidad de presentarse en Florencia,
Burgos, Colonia, Viena, etc, se llenará de unas experiencias imposible de
olvidar.
Finalmente, tener presente que todo ese gran mundo de belleza
y esplendor, obra de unos hombres extraordinarios, también lo ha sido de Dios
que puso en ellos esas habilidades con tanta grandeza.
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