lunes, 2 de abril de 2018

VOLUNTAD E ILUSIÓN


Las personas ilusionadas en hacer algo valioso para los demás, nos dejaron un buen ejemplo de voluntad. Algunos ejemplos:

 • Colón          • El doctor Fleming.            • Cervantes.

Hay que concienciar a los chicos de que el mundo está preciso de hombres que trabajen con perfección, que hagan su trabajo como lo deben hacer, porque esa realización es una gran fuerza transformadora de la sociedad.
Entonces, ¿cuál es el remedio contra la pereza?: "El gran dilema estriba en la siguiente pregunta: ¿cómo fomentar la voluntad cuando siendo la meta buena, positiva, la vemos al principio como algo bastante costoso y difícil?: Sabiendo hacer atractiva la exigencia y mirando siempre fijamente al horizonte de las ilusiones del porvenir. ¿Cómo?: utilizando la inteligencia, sublimando los esfuerzos... sólo quien sabe esperar es capaz de utilizar la voluntad sin recoger frutos inmediatos"(E. Rojas.1994).
Hay que realizar un esfuerzo para crear ilusión en el chico. Ilusión por algo para empezar, y a continuación proporcionar el refuerzo intermitente: hay que lograr que el perezoso haga algo bien, que se le pueda premiar. Ese premio es de una importante significación para el logro del siguiente aprendizaje.
Si hay ilusión, hay motor, hay fuerzas, se puede poner algo en movimiento.
Gran fuerza motivadora tiene la presencia del educador. A veces, incluso mayor que la del propio mensaje. Educadores creadores de situaciones gratas, tranquilas, serenas, comprensivas, acogedoras, suelen ser personas propiciadoras de ilusión para el alumno.
Tener el concepto de fuerza de voluntad no es suficiente en el chico; eso es una idea y las ideas serían suficientes para los seres espirituales. El ser humano necesita algo más; su naturaleza necesita además estímulos que lo muevan hacia lo útil, necesario y conveniente.
Importante enemigo de la ilusión es hacerle ver al chico que su tarea la podemos hacer mejor nosotros, o peor aún, hacerla por él. Aquí tienen una gran responsabilidad los padres que no dejan a los hijos realizar cometidos domésticos porque les salen mal. Evidentemente que se debe superar el trabajo mal hecho: ayudando y orientando.
El profesor-educador en la exigencia y tolerancia.
El profesor aporta a la educación una serie de cualidades insustituibles, esenciales. Tales como:
* Ser querido.
* Tener prestigio.
* Saber mandar, dirigir la tarea de aprendizaje en el aula.
"En cualquier caso, es el alumno el que aprende. El papel del profesor es de presentar materiales (a ser posible en términos de algún programa que tenga sentido), motivar al alumno (hacer que le guste el material presentado) y reforzarle (manteniéndole informado de sus progresos)" (Bugelski).
Y corresponde desde luego al profesor, aunque no exclusivamente, presentar objetivos de exigencia. Así tiene que ser, porque educar es una de las cuestiones más importantes de la vida, al ser un acto de amor. Y amar es lo más grande que el hombre puede hacer. Pues bien, el verdadero amor nos lleva  a la exigencia. Joseph Rassam en un interesante artículo sobre "El profesor y los alumnos", se refiere a lo anterior diciendo: "El profesor debe hacer prueba a la vez de un tremendo rigor y de una extremada flexibilidad, ser severo e indulgente, enérgico y bondadoso, exigente y tolerante, serio y sonriente, distante y próximo, discreto y benévolo. La verdadera autoridad es invisible y silenciosa, se ejerce sin mostrarse ostentosamente".
En educación la exigencia es necesaria, porque si no, no hay mejora, ni desde luego educación, puesto que ésta es el proceso  de mejora. Pasar de lo imperfecto a lo perfecto, requiere medios, esos son los puntos de exigencia o metas, que tienen que ser razonables y justos. Crecer en educación es algo costoso. No nacemos educados, más bien tendemos a la comodidad, a la dejadez. Educarse es dificultad, y vencer la dificultad exigirá esfuerzos continuos.
Así pues, exigencia con el correspondiente equilibrio entre firmeza y flexibilidad.
¿Cómo?:
- Distinguiendo los puntos prioritarios y exigirlos. Sobre ellos no se negocia.
- Otros objetivos no son tan importantes, sobre ellos, flexibilidad.
El equilibrio es conveniente: un arco siempre tensado termina roto.
Es verdad que nunca puede haber descanso para la buena educación, pero con flexibilidad y equilibrio.

Un buen proceso de exigencia contará con los pasos siguientes:
1º. Informar. Explicar qué es lo que queremos, las reglas del juego. Es mejor informar antes que después.
2º. Motivar. Con entusiasmo y espíritu animoso. La firmeza del profesor, su seguridad, su alegría y sentido positivo de las cosas, es tremendamente contagioso.
3º. Recordar. Los alumnos olvidan fácilmente; otras muchas veces es que no escucharon. Por eso, el profesor debe recordar lo que pide.

4º. Comprobar resultados. Pedir el día determinado, aquello que se dijo al informar. Comprobar cómo se hizo y dar recompensas.

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