Giancarlo Cesana, médico y psicólogo italiano, aunque ha
dedicado 40 años a estudiar como médico y psicólogo el estrés, especialmente en
entornos laborales, también ha sido un apasionado de la pedagogía y da clases
en la Universidad de Milano-Bicocca.
¿Hay que educar como nuestros padres? En muchas cosas, sí.
Han pasado muchas cosas desde el 68, incluso desde los 80.
Internet está en el bolsillo, hay opciones de ocio casi infinito y los padres
dudan sobre cómo educar a sus hijos. ¿Cuántas de las cosas que aprendimos de
nuestros padres, sobre horarios, reglas, prohibiciones, tienen sentido hoy?
Cesana lo tiene claro: "Las reglas familiares que valían
para educar a los que hoy tienen 40 o 50 años siguen siendo válidas. Aunque
entonces no hubiera móviles o Internet. Pero hay que tener en cuenta que lo que
funciona bien en la educación no es tanto poner reglas como tener clara la
razón tras las reglas. Por ejemplo, yo nunca prohibí a mis tres hijos ver
televisión, pero siempre procuré que pasaran más tiempo fuera, con otros
chicos. Ellos prefirieron los amigos a la tele. También hoy un chico educado en
la amistad preferirá los amigos a Internet".
Una de las mejores cosas que pueden hacer los padres hoy es
encontrar buenas amistades para sus hijos, que prefieran la amistad real a las
pantallas y el consumo.
Cesana insistirá siempre en la importancia de la amistad y la
comunidad, la única respuesta al individualismo y también a la masa deshumanizante.
El cristianismo es la religión de la amistad.
"Los hombres no estamos hechos para vivir solos, sino
para vivir en amistad, para querer y ser queridos. Lo que sostiene la vida es
la libertad y lo que potencia la libertad es la amistad. El cristianismo es una
religión de la amistad. Es Dios quien hace compañía al hombre en el
cristianismo. La ley del cristianismo es la amistad. Pero ¿qué es la amistad?
Es querer bien al otro de acuerdo a aquello a lo que está destinado, a lo bueno
para él, no lo que me conviene a mí. Esto hay que enseñarlo porque eso en el
móvil no está. El problema es que los chicos de hoy viven muy solos, incluso
cuando se juntan".
Cuando un padre de familia pregunta a Cesana cómo educar a
sus hijos, que al entrar en la adolescencia, momento en el que marcan
distancias y dejan de escuchar a los padres, él vuelve a insistir en la
importancia de una comunidad cristiana en la que el adolescente, el joven,
adquiera esos buenos ejemplos, gente con la que crecer.
Hoy un cristiano no puede (ni tampoco otra persona con
convicciones contracorriente) plantarse solo frente a los poderes de convicción
del "sistema", mucho más fuertes y distractores que hace cuatro
décadas. El mundo, la ideología, el conformismo, se lo comerá. El cristiano
necesita crecer en la fe y crear una cultura alternativa, transformadora... y para
eso necesitará comunidad.
Aunque no cita al Papa Francisco, quien a menudo lamenta que
los jóvenes hoy no tienen raíces, también Cesana denuncia que son educados sin
conocer su tradición, su historia, su cultura, ni siquiera los que estudian
Magisterio o Pedagogía. No entienden que, durante siglos, la reflexión sobre el
bien y el mal, sobre el ser hombre, ha pasado de generación en generación.
¿Diferencia entre psicología y educación? ¡La libertad!
Giancarlo Cesana explica que en sus estudios sobre el estrés
entre los trabajadores públicos de Milán descubrió que los más estresados eran
los que trabajan con el público y los docentes. También en España los problemas
mentales y las bajas por depresión de los profesores son desproporcionados.
"Una profesora de Magisterio me invitó a conocer a sus
alumnas, chicas que querían ser enseñantes. Les pregunté: "¿qué diferencia
la psicología y la educación, cuál es su núcleo? Nunca se me responde a esta
pregunta. La psicología estudia la mente, y se plantea cómo arreglarla si se
estropea. Pero ¿y la educación? El núcleo de la educación es la libertad, la
educación se dirige a la libertad. Mientras que la psicología es limitada,
estudia mecanismos, la educación o pedagogía es amplísima: se dirige a la
libertad, implica amigos, vecinos, hijos, alumnos. Es toda la vida la que
interpela a la libertad".
Y para que haya libertad, no basta con poder
"elegir", sino con conocer y buscar la verdad. "Yo en eso sigo a
Santo Tomás: la libertad es la adecuación del deseo a la verdad".
¿Y qué es la verdad?, plantea Pilatos a Jesús. “Muchos de
nuestros contemporáneos, especialmente los que se consideran independientes y
cultos, tienen una idea abstracta, intelectual o libresca de la verdad; una
idea, de hecho, conformista y cambiante. En este contexto, la tradición de la
Iglesia, que se quiera o no constituye gran parte de la historia de nuestro
pueblo, hace dos afirmaciones tan rotundas como ignoradas, en el sentido de que
ni siquiera se conocen: la verdad no es una idea, sino una persona; no es una persona que analiza, sino que es
caridad, es decir, es una persona que ama. La verdad, el sentido de las cosas,
coincide con la persona de Cristo".
La verdad no puede ser algo "muerto, del pasado",
un resto arqueológico: sino que vive, y se transmite vivo, que es lo que hace
la Tradición, la cristiana y la occidental. Es la Iglesia quien lo mantiene
vivo. "Se puede no estar de acuerdo con lo que la Iglesia anuncia, pero no
se puede no apreciar su método educativo. La alternativa es seguir métodos
ideológicos", escribe Cesana.
Cesana insiste en la necesidad de liberarse de tantas cosas
que esclavizan e impiden la libertad, que mutilan, como decía Giussani, los
deseos grandes y los sustituyen por pequeños entretenimientos. Los jóvenes de
hoy están atascados en la duda patológica, en el miedo que paraliza. "La
duda está bien al final del proceso, no al principio. Primero descubres
América, luego dudas si es Asia o es un mundo nuevo y sigues explorando, pero
si empiezas con la duda no te embarcas nunca. También Popper propone su duda,
su falsabilidad, en la última fase de su metodología científica, no al
principio".
Pablo J. Ginés/ReL12 abril 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario