viernes, 8 de abril de 2016

EL CARÁCTER



            Sembramos un almendro. Esperamos que en unos años nos dé almendras. -¿Nos las dará? - ¡Depende! - ¿De qué depende? - De cómo cuidemos el árbol: abonándole, retirándole las hierbas, podándole en su momento, …

            Igualmente, el estudiante ya tiene su instituto, colegio o universidad; también tiene libros. ¿Qué más necesita para alcanzar la excelencia? – Precisa ser una persona de carácter. Ya lo vimos en el diálogo entre Sócrates y Agustín.

            El carácter, esa huella que el individuo debe tener, es fruto de sus experiencias y conocimientos, es la consecuencia de una formación. Todo estudiante debe tener carácter. Su ausencia suele convertirse en varios quebraderos de cabeza, uno tras otro.

            La voluntad y el esfuerzo son los creadores del carácter.

            Observemos a  dos posibles estudiantes: Marcos y Gonzalo.

·        Marcos se ha preparado un plan de trabajo semanal y diario. Y cada día, se esfuerza en cumplirlo.

·        Gonzalo, ha confeccionado un horario semanal de trabajo. Pero después  de doce días aún no ha comenzado vivirlo.

Ahí tenemos bien delimitado lo que es el carácter de cada uno: Marcos, persevera en lo que él mismo ha preparado. Permanece en su plan. Gonzalo, por el momento, es débil, poco constante y sin determinación.

Para aclarar aún más la cuestión, comprobemos el  ejemplo de un personaje célebre.

LA FORMACIÓN DE GRANDES PERSONAJES

JULIO CÉSAR ((100-44 A. c.). Militar y político de Roma.

A los diez años, comenzó su educación con esmerados maestros griegos. Aprendió a leer y escribir en una traducción de la Odisea de Homero. Perfeccionó su lenguaje y  aprendió oratoria y retórica.


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