Los puntos suspensivos son intencionados. Porque evidentemente, es muy importante la excelencia en los padres como agentes educativos de primer orden, pero eso no es suficiente. También es necesaria, imprescindible la excelencia en las autoridades, en los gobernantes, en los profesionales de los medios de comunicación … si lo que queremos es una sociedad más justa, libre y pacífica.
Además, la excelencia es un factor encomiable en los
profesionales de todas las ramas del saber y de los oficios. Sin embargo, la
excelencia deberá ser un atributo de cada persona.
Lo explico con un ejemplo. Hace unas semanas aparqué en una
zona reservada para autoridades. Un policía se acercó y con buenas dotes
persuasivas, un tono de voz agradable y suave, me informó del error que había
cometido. Todo durante unos escasos tres minutos en los que el policía puso su
buen hacer y mejor aún, respeto y educación. Una conversación breve, pero de
diez. ¡Fenomenal! Pero si sólo utiliza aquellas buenas dotes -excelentes- en su
ámbito profesional y luego, en su vida privada es irónico, sarcástico,
malhumorado, impaciente, violento y verbalmente autoritario, no es persona que
haya conseguido la excelencia.
La excelencia en los padres, en el hogar, en toda persona, es
un factor tan genial, que es lo que pedimos y estimulamos para todos.
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