martes, 9 de febrero de 2021

LA FELICIDAD



Séneca compuso “De la vida beata” y ahí escribió que “el sumo bien es un alma que desprecia las cosas azarosas y se complace en la virtud. Es feliz el que tiene un juicio recto. Es feliz el que está contento con sus circunstancias presentes”.

Por su parte Leibniz decía que “Dios quiere hacer a los hombres perfectamente felices, y para ello sólo quiere que lo amen. Ahora bien, la felicidad suprema no puede ser nunca plena porque siendo Dios infinito no puede ser conocido por entero”.

Hasta aquí dos grandes pensadores. Pero, la pregunta es: ¿se puede ser feliz?

Podemos afirmar que cuando una persona es feliz su vida entera queda transfigurada. Las cosas adquieren un sentido nuevo. Esto ocurre cuando se encuentra y vive en el amor. Pero también la felicidad depende mucho del planteamiento, correcto o incorrecto, con que se enfoque o dirija la vida.

Por ejemplo, en el siglo XX se identifica felicidad con bienestar. Pero no es lo mismo. Podría decirse que la felicidad incluye el bienestar, pero no al revés. La electricidad da bienestar, pero no tiene porqué dar felicidad. También en ese siglo se considera que en la felicidad juega cierto papel la presencia de algunos sencillos y naturales placeres: el agua, la temperatura, ni excesivamente alta ni excesivamente baja, poder hablar, poder conversar plácidamente, contemplar la belleza, pasear por el campo o por un jardín. Otras presencias también proporcionan felicidad, como la de la amistad. En el amigo podemos encontrar la persona insustituible, al ser íntimo.

Julián Marías dijo que “la felicidad es un sí a la vida”. Y por supuesto, hay una estrecha relación entre el sentido que tiene la vida para una persona y la felicidad. En el bosque de Sherwood, Robin Hood y unos cientos o miles de forajidos trabajaban y se preparaban para algo mejor: el regreso del rey Ricardo y la aplicación de la justicia. El sentido que tenía para ellos cada día les proporcionaba felicidad, aún en jornadas lluviosas, frías, de truenos o de poca caza.

En “Siete novias para siete hermanos”, la felicidad de los seis hermanos solteros la descubren en la mujer, en tener novia y esposa. El anhelo es tan mayúsculo que cometen la barbaridad de secuestrar a seis chicas.

Y para finalizar, la mística cristiana, especialmente en los místicos españoles, dan una vinculación explícita entre felicidad y amor. Es decir, vuelta al pensamiento de Leibniz.


 

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